El colectivo, que llegó a tener mil socios, acabó muriendo
25 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Tal día como del 2004 veía la luz el cuarto número de Leñaverde, una revista que había surgido en Boiro al amparo de un gigante cultural con la misma denominación. La publicación, a la que en aquella ocasión habían dado forma una treintena de personas, era solo un eslabón de la cadena que el proyecto había ido forjando desde su irrupción, en el año 2000, mediante la activación de la participación juvenil, que se traducía en exposiciones, conciertos, jornadas audiovisuales e intervenciones en la calle.
Leñaverde fue, sin lugar a dudas, un movimiento que revolucionó el sector cultural de Barbanza, al amparo del cual se abrieron camino una larga lista de creadores de diversos ámbitos. Llegó a contar con más un millar de asociados y fue un modelo copiado y alabado en diversos puntos de España.
El proyecto estaba, a estas alturas del 2004, totalmente consolidado e incluso había extendido sus redes a toda Arousa norte. La marca Leñaverde llegó a ser presentada en el Parlamento gallego como un ejemplo de buenas prácticas de cara a su inclusión en la Lei de Xuventude del 2007.
Madurada la fase de promoción y consolidación, el gigante cultural se planteó dar el salto al ámbito profesional. Echó mano de las iniciativas locales de empleo para propiciar la puesta en marcha de varias empresas como Sonaxe, que en la actualidad gestiona la escuela de música boirense.
La desaparición
Pero, en plena trayectoria ascendente, llegó la crisis económica y, con ella, el recorte de las ayudas. Cuando se hablaba de dotar a Leñaverde de un edificio propio, el plan se estancó y acabó muriendo. El centro social, donde Leñaverde floreció, sigue luchando por mantener viva la llama cultural.
A nivel de promoción y divulgación de los nuevos creadores de la comarca, la asociación Barbantia ha sabido coger el testigo y hace ya tiempo que se convirtió en la principal plataforma cultural de Barbanza.