La producción de miel se redujo a la mitad en el último año por la velutina

Patricia Calveiro Iglesias
p. CALVEIRO RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Los apicultores de la zona asumen que en el 2017 perderán colmenas enteras

27 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La avispa velutina se ha convertido en un problema en la comarca. La presencia, cada vez mayor, de la especie invasora no solo supone un quebradero de cabeza para los equipos de emergencias, que a su lista de tareas han sumado la de retirar los nidos de avispa asiática allá por donde se van formando, también está teniendo consecuencias económicas. Los apicultores del área barbanzana se han visto especialmente afectados por la velutina, hasta el punto de que la producción de miel en la zona se redujo a la mitad en el último año. Así lo constata José Eiras Santorum, delegado de la Asociación Galega de Apicultores (AGA) en Barbanza, una filial que se recuperó en el 2016 para dar voz a los productores locales tras la desaparición del colectivo Api-bar, que representaba a casi setenta colmeneros.

«O ano pasado, segundo nos consta, non chegaron a exterminar enxames enteiros, pero si se viu moi minguado o seu número de obreiras», explica el apicultor de Escarabote. Y, además de depredar a un importante número de abejas productoras de miel en la comarca, la sola presencia de la avispa asiática basta para que caiga la cosecha, subraya José Eiras: «Non fai falta que cheguen a meterse no enxame, a súa sola presenza xa fai que as abellas, por medo, se refuxien nel e non saian a recolleitar o néctar das flores».

El sector, que ya viene tocado del año pasado, se enfrenta en este a una temporada todavía más dura. «Este ano espérase que a cousa vaia a peor e que a vespa asiática ataque a máis abellas aínda», continúa Eiras, quien explica que los medios de los que disponen para combatir la plaga son, básicamente, los mismos.

«Estase levando a cabo, igual que no 2016, unha campaña empregando trampas con atraentes, tanto caseiras como comerciais, en función dos medios dos que dispón cada un, e das que puidera obter da AGA ou da Xunta. A única diferenza é que este ano se adiantou uns 15 días e xa empezamos a finais de febreiro a poñelas, vendo que a formación de niños de velutina se adiantaba», indica el apicultor.

Incidencia en el precio

De la incidencia que tuvo en el precio de la miel la caída en la cosecha puede dar cuenta Senén Cortizo Sieira, que comercializa el producto y otros derivados. «Nosotros, aparte de tener colmenas propias, compramos a productores de toda Galicia y la estamos pagando más cara; la diferencia desde el 2015 hasta ahora es de dos euros más el kilo», explica el empresario de A Pobra. «En nuestro caso se ha mantenido el precio a pesar de todo, pero si sigue cayendo la producción habría que subirlo, es casi inevitable», añade.

Curiosamente, Senén Cortizo fue uno de los pocos al que el azar lo libró de los daños de la velutina, al menos hasta ahora. Trasladó sus colmenas, hace un par de años, cuando el avance de la avispa asiática era todavía un eco lejano, a Forcarei, donde la incidencia de la especie invasora es mínima, dice. «Llevamos allí las colmenas porque esta es una zona muy tratada con sustancias químicas y no en Forcarei, por lo que podemos obtener una miel de mejor calidad, como la que había hace años en la zona de Barbanza», señala el empresario pobrense.

El sector estudia introducir trampas que dan descargas eléctricas a las avispas asiáticas

Los apicultores explican que los medios disponibles son insuficientes. Al margen de las trampas que reparten Xunta y AGA, las caseras han resultado ser menos efectivas que las comerciales, según el último estudio realizado por la asociación. Los productores, cada uno en la medida de sus posibilidades, están poniendo dinero de su bolsillo para tratar de frenar una plaga que les causa pérdidas. De ahí que el sector estudie introducir otros sistemas, entre ellos, una trampa que el año pasado se probó de forma experimental en A Coruña dando buenos resultados. Se trata de una parrilla o arpa electrificada que se pone delante y detrás de las colmenas y que da una pequeña descarga a las avispas asiáticas que, por su tamaño, tocan dos de los hilos y activan el sistema. Luego, caen a un recipiente con agua.

Los propios apicultores se encargan también de retirar los nidos de velutina, e incluso los usan como cebo. Para ello matan a las reinas, que atraen al resto del enjambre. Y, una vez está vacío, sirve de trampa para su sucesora.