Na ría non queda rabo de peixe

José Antonio Ventoso Mariño FOGUETES

BARBANZA

20 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los jubilados se rindieron ante tanta escasez. No quedan ni miñocas en la playa, ni chopos, ni calamares, ni un triste pulpo, apenas unas pobres fanecas sobreviven en algunas postas.

El cambio climatológico ha llegado a las rías, pero no ese del que habla todo el mundo, sino el otro. El otro es la renuncia de la Xunta a defender los caladeros de cría y a autorizar todo tipo de artes.

Mientras los pescadores claman contra Bruselas y su limitación de topes en las capturas, en aguas interiores se autoriza barra libre. Después de 200 años de prohibición, se permite y autoriza a cientos de barcos a faenar con artes prohibidas: el bou de vara, las rapetas, las rapetillas, el medio mundo, las betas y las caceas de nasas por cientos y por miles. ¿Cómo puede quedar algo?

La Consellería de Pesca encarga estudios y defiende el aumento de cuotas en las aguas comunitarias, pero en las de su competencia no queda rabo de can ni rabo de besta. ¿Acaso nadie les informa de la invasión de la alga japónica, arrasando todos los fondos de la ría a su paso? Cualquier submarinista podría confirmarlo: las praderías de algas dejan su nicho edafológico en beneficio de los nuevos invasores, que transforman el lecho marino en una selva tropical sin vida animal.

La culpa es del cambio climático, o del chachachá decían las jóvenes que regresaban preñadas tras el baile dominical, pero lo inequívocamente cierto es la desertización de las rías gallegas a consecuencia de un esfuerzo pesquero descontrolado y fuera de cuestión.

La prensa diaria publica mareas de diez mil kilos de sargos o de robalizas, pero se olvida de destacar que están ovadas y son capturadas al acudir a las playas para frezar. ¿No puede prohibirse su captura en estas fechas? ¿No existen estudios que lo certifiquen? ¿A qué se dedican los múltiples centros de investigación marina de Galicia? ¿Nadie sabe nada?

Los viejos pescadores, pobres ellos que no tuvieron escuela, repetían una máxima: «As rías pechadas no verán son o pan da invernía». Qué poco sabían frente a los nuevos Atilas: todo está permitido porque el pueblo ya fue consultado y contestó. Amén. ¡Y nadie dimite!

Miento, algo si plantean las autoridades, prohibir a los pescadores deportivos salir a pescar, salvo los fines de semana y fiestas de guardar. Bravo.