Los salarios y el empleo

Ana Gerpe Varela
Ana Gerpe CRÓNICA

BARBANZA

21 may 2017 . Actualizado a las 11:26 h.

Los establecimientos hosteleros tienen dificultades para encontrar trabajadores y lo mismo les sucede a las explotaciones lácteas de la comarca. Es cierto que la crisis económica dejó un reguero de desempleados, atenuado en el caso barbanzano por el gran empuje del sector conservero, y un no menos numeroso número de jóvenes que cogieron las maletas para buscar oportunidades laborales fuera de las fronteras españolas, en muchos casos en ocupaciones que nada tienen que ver con su formación. Teniendo en cuenta esto, puede parecer llamativo el hecho de que ahora, cuando parece que hay ofertas de trabajo, haya pocos interesados en ellas.

Sin embargo, puede que no lo sea tanto si se analizan las condiciones y, sobre todo, los salarios que los potenciales trabajadores van a percibir. Hasta hace no mucho se hablaba con preocupación sobre la proliferación de mileuristas, pero ahora la situación ha cambiado, y para peor. Es cierto que aumenta la contratación, pero también lo hace la precariedad. Se está creando empleo, pero no uno que proporcione un salario digno, uno que permita a una persona plantearse un proyecto de vida fuera de la casa de sus padres. Esta es la cruda realidad y lo que explica que esta creciente oferta laboral tenga pocos candidatos, más allá de algunos jóvenes que, con un empleo estacional, buscan sacarse un dinerillo para darse algún capricho o aminorar la carga familiar de gastos.

La triste realidad es que, recientemente, me he encontrado con personas que rozan los 40 años y que se consideran «afortunadas» porque su salario mensual llega a los mil euros. Y han llegado a esta conclusión porque los nuevos contratados de las empresas en las que trabajan perciben, en el mejor de los casos, 800. Algunos ni eso, porque tienen un contrato de media jornada. Así está el panorama laboral.

Algunos pensarán que más vale algo que nada y que si estás en el paro, mejor tener unos ingresos que estar a dos velas. Claro que si esta cadena continúa incrementándose, las organizaciones que hasta ahora se han dedicado a proporcionar ayuda a quienes se habían quedado en el paro van a tener que comenzar a echar una mano a ciudadanos que sí tienen un trabajo, pero a los que los ingresos que obtienen no les alcanzan para vivir.

¿Qué modelo de sociedad se pretende alcanzar? Si no hay estabilidad, si no se percibe una remuneración que permita vivir con dignidad, difícilmente podrán recuperarse los sectores productivos. La clase media mueve la economía, pero cada vez se está viendo más reducida.

Está en juego toda una estructura social, desde la comarca hasta la otra punta de esta Europa que, por cierto, cada vez se ve más amenazada.