Renta básica y pensionistas

juan ordóñez buela DESDE FUERA

BARBANZA

27 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

N o se prevé que las pensiones de los jubilados resulten gratificantes en un futuro inmediato. Habrá más pensionistas y menos dinero en la caja de la Seguridad Social, esto último, por dos principales motivos: desproporción entre gente mayor a cobrar y jóvenes a cotizar, y salarios a la baja con las subsiguientes menores contribuciones. ¿Y de dónde se deriva esta nociva degradación salarial? De contratos indefinidos tipo basura y contratos a tiempo parcial aún más precarios, todo lo cual conduce a que la mitad de los trabajadores españoles cobre un salario que no supera los mil euros. Sucede así porque, citando a los economistas ya no es necesario calmar a la clase obrera, como lo había sido antes. En consecuencia, si esta clase trabajadora domesticada pretende asegurarse un mínimo de bienestar en la vejez únicamente le queda el ahorro como recurso. Sin embargo, ¿cómo ahorrar cuando el salario apenas permite llegar a fin de mes?.

Una de las opciones de protección que se barajan es el establecimiento de una renta básica universal para asegurar la subsistencia de los desfavorecidos. Con esta fórmula nadie moriría en la miseria, si bien la contrapartida sería la dualidad social. A un lado, los que como máximo tendrían plato en la mesa; al otro, los que además podrían darse caprichos gracias a su patrimonio o a un bien remunerado. Los contratos a tal receta arguyen que lo exigible es que la población activa encuentre trabajo y tenga retribuciones dignas. En las circunstancias actuales parece que esto significa dar la vuelta al calcetín, cuando en realidad ya ha sido dada al regresar a relaciones laborales propias del siglo XIX.

Se supone que, a menos que el sistema cambie, el envejecimiento con tranquilidad económica ha de lograrse completando la pensión por alguna de las siguientes vías: empleo de calidad que permita ahorrar para la ancianidad o fortuna personal. Solo así se superarían las exiguas pensiones estatales que se pronostican, o yendo más allá, sería factible salvarse ante la posible quiebra del fondo público de pensiones.