La falta de planes específicos deja desprotegidos bienes culturales

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

Los concellos cuentan, a lo sumo, con protocolos de emergencias genéricos

28 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En la comarca abundan los bienes de interés cultural (BIC) -hay más de una veintena de elementos que cuentan con la máxima figura de protección- y no es la primera vez que alguno de ellos se ve amenazado. Sin ir más lejos, el verano pasado, el voraz incendio que arrasó una amplia superficie de monte en Porto do Son prácticamente cercó el castro de Baroña. Sin embargo, no existen protocolos de emergencias específicos para proteger los importantes recursos patrimoniales que atesoran los municipios del área barbanzana.

Tras el fuego forestal del pasado agosto, se anunció por parte de la Xunta un plan para recuperar el entorno del yacimiento sonense, pero el propio alcalde, Luis Oujo, reconocía que no se dispone de un programa específico de actuación y prevención más allá de hacer cumplir la normativa que exige mantener limpias de maleza las fincas de la zona y reforzar la vigilancia: «Pedimos que tanto a Unidade Militar de Emerxencias como a Policía Autonómica teñan máis presenza no verán».

En lo que respecta a la conservación del patrimonio, los puntos más sensibles por la cantidad de bienes que aglutinan son los cascos históricos, espacios especialmente complejos porque la estrechez de algunas calles dificulta el acceso. Con esta denominación, y además catalogados como BIC, en la comarca solo figuran los de Muros y Noia, y tampoco en su caso hay un sistema concreto de intervención. En el ayuntamiento noiés, al menos, existe un plan municipal (PEMU), que es el que se pone en práctica en caso de incidencias y que hasta la fecha ha sido suficiente.

En elaboración

Tanto el equipo de emergencias de Noia como los bomberos de la comarca conocen a la perfección el casco histórico y eso les permite saber cuál es la mejor posición para actuar según las circunstancias, y además cuentan con vehículos especiales para acceder a las calles más estrechas.

Esta solución no sirve en Muros, donde los camiones contraincendios no pueden entrar al corazón de la zona vieja de ningún modo, de manera que aparcan en la carretera general y desde allí tiran las mangueras. Lo que sí se está elaborando, y está prácticamente listo, es un proyecto para la prevención de fuegos forestales.

También en Rianxo están inmersos en la confección de un protocolo, en su caso, de emergencias municipal. Pese a estar en pleno proceso de creación, no está previsto que incluya un apartado específico para el casco histórico, pese a que en él se ubican la casa de Castelao y el pazo de Martelo, ambos BIC. Lo que sí está dispuesto es que las terrazas hosteleras dejen libres los callejones de acceso a las rúas centrales.

Hay concellos, como el de Santiago, que cuentan con programas concretos para edificios catalogados como BIC. No es el caso de la comarca, y otro ejemplo de ello es el pazo de Goiáns. En caso de incendio, se activa el protocolo del 112 para fuegos urbanos.

El tipo de incidentes previstos en los programas de actuación locales es muy variado

A pesar de no contar con planes específicos para sus cascos históricos o bienes culturales de especial protección, los ayuntamientos de la zona sí tienen otros programas de actuación en los que se recogen incidentes de todo tipo. En Ribeira existe un protocolo de emergencias municipal, igual que en Noia, en los que se incluyen desde incendios a situaciones de contaminación del agua y accidentes de tráfico.

Por su parte, Boiro es de los pocos municipios que cuentan con un Plan de Contingencias por Contaminación Marina (Camgal), realizado a raíz de la catástrofe del Prestige y que prevé desde vertidos de fuel a accidentes marítimos.

En Muros están elaborando el plan contra fuegos forestales, una herramienta con la que deberían contar todos los municipios barbanzanos por encontrarse en una zona de alto riesgo de incendios, mientras que en Rianxo sí cuentan con un protocolo de seguridad específico que se activa durante las fiestas de A Guadalupe, que reúnen en la villa a miles de personas cada septiembre.