Sufrir

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

BARBANZA

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30 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay una escena del Señor de los anillos que siempre me conmueve: el rey Théoden, dominado por el nihilismo y la magia negra de Saruman, deja de gobernar a su pueblo y se abandona a sí mismo en una enfermiza melancolía. Gandalf, el blanco, se acerca a él y le recuerda el hombre que fue, diciéndole: «Vuestros dedos recordarían mejor su antigua fuerza si empuñaran una espada».

Al entregarle su arma, Herugrim, el rey Théoden abandona la sombra. Porque tiene una espada, que es una metáfora: esa espada es un propósito. Para Tolkien, quien vive sin un propósito está perdido. Yo, me permito estar triste al despertar, pero me dura solo hasta que me meto en la ducha, no le concedo más terreno, porque muchas veces es tentador no salir de cama, persianas bajadas y autoconmiseración de desayuno.

Todo es cuesta arriba, así que piñón grande y catalina pequeña. Existir no es un paseo. Sufrir es lo normal, es una consecuencia de estar vivo. Hay que aprender a frustrarse, a que no solemos tener lo que queremos y que, aún así, hay que esforzarse. Un esfuerzo constante, gigantesco: perder la pelea pero durar hasta el último asalto, a lo Rocky. Porque es normal perder, fracasar es inevitable y solo se remedia con seguir fracasando más y mejor.

Lo que llamamos fracaso quizá solo sea la vida. No pasa nada por llorar, no pasa nada por intentarlo y no conseguirlo, ni pasa nada por no ser el mejor. Pero hay que pelear como si se extinguieran los veranos. Siempre estamos en camino de algo. Habitamos en un precioso desastre, en una carrera por tener lo que siempre hemos tenido: la mitad.