Moncho Sampedro, organizador de rutas: «Hai xente que ten marabillas a 500 metros da casa e non o sabe»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

BARBANZA

El barbanzano, ataviado con ropa deportiva, en el mirador de la capilla de San Alberto, Ribeira.
El barbanzano, ataviado con ropa deportiva, en el mirador de la capilla de San Alberto, Ribeira. CARMELA QUEIJEIRO

El ribeirense lleva más de dos décadas organizando salidas por toda la comarca

06 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Unos buenos tenis y ropa cómoda son equipación suficiente para pasar una agradable jornada de domingo disfrutando de la naturaleza. Sentir el aire fresco en la cara y llenarse los pulmones oliendo el aroma de los pinos y las flores es un placer que cautivó a Moncho Sampedro hace más de veinte años, cuando empezó a hacer rutas con las que descubrir los rincones más bellos de Barbanza.

Este afán por salir a hacer caminatas por el monte fue creciendo con el tiempo hasta que se dio cuenta de que lo que de verdad deseaba era compartir sus hallazgos con otras personas: «Cando ves algo bonito sempre pensas que o gozarías incluso máis ensinándollo a alguén». Aunque al ribeirense no le hace falta mucho fuelle para arrancarse y organizar alguna actividad, confiesa que todo fue más fácil cuando entró en la Asociación de Veciños de Carreira.

Patrimonio

Considera que hacer salidas por Barbanza como las que él impulsa no es solo una manera sana de relacionarse con el entorno, sino que supone una vía de conexión con el patrimonio y la cultura para muchos vecinos. «Hai xente que ten marabillas a 500 metros da casa e non o sabe», señala.

Ver la sorpresa y la ilusión en los ojos de los caminantes es lo más importante para el guía, que cada vez se esfuerza más en que las rutas encierren un variado contenido histórico y mitológico con el que conectar con los andarines a través de personajes y anécdotas de ficción pertenecientes a la cultura popular: «Uso lendas e explicacións para que a xente goce a tradición oral da zona». Reconoce que si hay una que llama especialmente la atención del público esa es la que envuelve de misterio la congostra de A Carballa, en Palmeira.

La leyenda narra la trágica historia de amor entre dos jóvenes de clases sociales diferentes. Como si de una versión ribeirense del cuento de Romeo y Julieta se tratase, ella es obligada por su familia a ingresar en un convento lejano. Él, desdichado y solitario, decide entonces colgarse de un pino en el camino para carros en el que siempre se veían: «Dígolles que polas noites aínda se escoita o pranto do namorado, que segue a agardar á súa amada».

Sin reloj

Sampedro admite que el modelo de ruta que le gusta hacer a él no se corresponde con lo que se ha popularizado en los últimos años. Lejos de las pruebas contrarreloj en las que lo más relevante es llegar más pronto que el compañero de al lado o coger el camino más corto para llegar a la meta, el barbanzano aboga por ver las caminatas como una vía para desconectar del ajetreado ritmo de vida que impera en la sociedad. «Interésame menos a parte competitiva, para iso prefiro andar nunha cinta», bromea el ribeirense.

Su objetivo es llegar a todo ese público al que le gusta gozar de un buen paseo aunque no tenga la forma física necesaria como para hacer grandes esfuerzos. Por eso su próxima salida será la realización del comino A Orixe por etapas de entre 10 y 12 kilómetros.

Confiesa que prefiere ir más despacio y que la gente pase por lugares tan bellos como el dolmen de Axeitos, que ir a toda pastilla: «Teño ido en andainas nas que estaban os petróglifos de Rianxo a 50 metros e os organizadores non querían desviarse para non perder tempo, para min iso é impensable».

Las aglomeraciones no son lo de Sampedro, por eso señala que prefiere trabajar con grupos pequeños, aunque eso suponga una reducción de los ingresos de la asociación de vecinos. «É moito mellor ir con prazas limitadas, nós o tema dos cartos non o miramos», manifiesta.