El ingeniero que se construyó en Alemania

A POBRA DO CARAMIÑAL

MARCOS CREO

El pobrense se ha convertido en la imagen española de una multinacional teutona de la maquinaria

28 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En medio de la debacle de la crisis, Manuel Gude García (A Pobra do Caramiñal, 1987) se encontró en Madrid, recién licenciado en Ingeniería Industrial. A pesar del prestigio de su carrera, las puertas del mercado laboral se le cerraron por completo, el título parecía papel mojado. Vio que sin experiencia no encontraría trabajo: «Fue el momento de mayor crisis en España. Era una pescadilla que se mordía la cola. No tenía experiencia, pero tampoco me daban una oportunidad. Fue ahí cuando empecé a buscarme la vida para marcharme fuera».

Movió cielo y tierra para demostrar lo que valía. El camino lo encontró lejos, en la Cámara de Comercio de Segovia, que ofertaba una beca para trabajar en Alemania: «Era para gente sin experiencia laboral que no conociese el idioma». A pesar de las dudas, se lanzó. Aterrizó en Bremen el 15 de octubre del 2012. «Nunca me olvidaré de ese día», asegura el pobrense de una fecha que se le quedó marcada a fuego.

«Fue muy duro, el principio sobre todo. No tenía ni idea del idioma. Es una cultura muy diferente de la española. Te tienes que adaptar a unas normas muy estrictas para integrarte». A pesar de los obstáculos que se encontró en el camino, decidió seguir peleando, tenía mucho que demostrarse a sí mismo: «Salí adelante por orgullo. España no me había dado la oportunidad y estaba picado conmigo mismo».

El primer paso

Con el apoyo de familia y amigos, Gude fue superando retos. «Tiré mucho del Skype. Me mentalicé. Si mi abuelo había sobrevivido en Estados Unidos durante 30 años, yo también podía hacerlo. Fue un homenaje particular que le hice». Pasados los primeros meses, consiguió entrar en el mundo laboral: «Al principio eran contratos de prácticas y sustituciones de verano». Después de dar tumbos decidió mudarse a la ciudad de Düsseldorf.

Fue allí donde encontró la estabilidad, la oportunidad que llevaba buscando desde aquel día en que se licenció. Entró en la compañía EMKA Beschlagteile, que cuenta con 1.600 trabajadores y 45 sucursales en todo el mundo. Empezó a trabajar de ingeniero de ventas, controlando los proyectos que la firma tenía en marcha en los países de habla hispana y portuguesa.

«Han apostado por mí desde el primer momento. Me permitieron conocer una nueva forma de trabajar, donde las condiciones laborales nada tienen que ver con las españolas», reconoce el pobrense, que, después de años de dura lucha y cuando el alemán ya era su segunda lengua, consiguió regresar a su país.

Gracias a EMKA volvió a España. La empresa lo envió a Logroño, donde tiene una de sus sucursales. Allí lo nombraron coordinador de proyectos y ventas en España: «Mi función aquí es ser la cara de la empresa en este país. Hablar directamente con los clientes, resolver sus problemas. Tenía muchas ganas de volver y cuando me lo ofrecieron no me lo pensé. Me gustaba el reto y seguir aprendiendo».

El camino

Sobre el futuro, el ingeniero reconoce que le gustaría crecer, continuar medrando en su carrera, aunque sin marcarse metas específicas. Tras su llegada a Logroño, Gude confiesa que volvió a sentirse en casa: «La hospitalidad, la cordialidad, la apertura de la gente. Esas son cosas que no tenía en Alemania». Para remarcar las diferencias culturales, deja una anécdota. «Vi lo cuadriculados que eran cuando antes de tirar un yogur a la basura tuve que limpiarlo. Allí todo son normas», cuenta entre risas.

Ahora, cerca de la familia, a la que visita todo lo que puede, disfruta de su trabajo y de todas las lecciones aprendidas en estos años: «No me esperaba acabar en ventas, aunque la carrera sí que lo englobaba. Me gusta mucho mi trabajo, casa con mi forma de ser. Me permite conocer gente, viajar mucho e interactuar con los clientes».

A pesar de todo, después de mucho tiempo de pelea y de lanzarse a lo desconocido para seguir creciendo, Gude reconoce que la experiencia le ha permitido ser más fuerte: «Te ayuda a conocerte a ti mismo. Gracias a vivir en Alemania sé quién soy realmente. La vida te pone en dificultades y tienes que aprender a convivir tú solo y sin ayuda. Tú te lo guisas, tú te lo comes. Ese es el único camino».

Las ciudades: Bremen fue la ciudad donde comenzó su periplo alemán. Más tarde se mudó a Düsseldorf, donde consiguió entrar con firmeza en el mercado laboral.

La vuelta: Logroño se ha convertido en su nuevo hogar. Allí se instaló para hacerse cargo de los proyectos de la firma alemana en España.