Romería por todo lo alto en San Lázaro a prueba de achaques

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez NOIA / LA VOZ

NOIA

La comida para los mayores organizada por el Concello de Noia fue todo un éxito de participación

27 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Era evidente que algo se cocía en el barrio de San Lázaro ayer a media mañana por el inconfundible olor del humo que emana de las ascuas dispuestas para una buena parrillada que envolvía el ambiente. A ese aroma se uniría más tarde el del pulpo al fuego en ollas de cobre, y las sospechas de que todo aquello se debía a una romería se confirmaron cuando, al filo de las dos de la tarde, comenzó el peregrinaje de vecinos hacia la carpa instalada en la zona mientras un grupo de gaitas ponía la banda sonora. Era el día de los mayores, organizado por el Concello de Noia, y nadie, con achaques o sin ellos, quería perderse la fiesta.

«Eu teño que estar sentada que de pé non aguanto, dóeme moito o lombo», explicaba una mujer acomodada en un banco mientras esperaba con un nutrido grupo de amigas a que se abrieran las puertas de la carpa para disfrutar de un sencillo, pero suculento, menú. Los más informados se sabían al dedillo qué tocaba para comer: «Hai empanada, polbo e porco ao espeto, ¡e chega ben!».

Efectivamente, desde las nueve de la mañana estaban al fuego, asándose lentamente sobre las ascuas, tres cerdos de los que dieron buena cuenta los alrededor de 400 comensales reunidos en San Lázaro. Como también liquidaron los alrededor de 200 kilos de pulpo que se cocinaron. Desde antes de las diez de la mañana instalados en San Lázaro los encargados de servir el convite preparándolo todo.

A las dos

A pesar de que caían algunas gotas, antes de las dos de la tarde había ya un buen número de personas a las puertas de la carpa para entrar, mientras que desde Noia llegaban a cuentagotas, muchos a pie apoyados en su bastón, los romeros, unos con más prisa que otros: «Corre que temos que coller sitio», apuraba una mujer a otra, que le replicó: «Non corro que non podo».

Ni falta que le hacía porque, aunque cuando se abrió la carpa a las dos de la tarde los comensales se agolparon a la entrada, luego se organizó una cola y el acceso al interior se hizo de manera ordenada. Y mientras esperaban para entrar, los mayores de Noia iban recibiendo a quienes llegaban con muy buen humor: «¡Para comer vimos todos!», exclamaban muchos al encontrarse con algún conocido; «para a festa sempre hai xente». Y otros aplaudían la iniciativa: «Pois si que botabamos de menos unha comida destas en Noia, haina en todos sitios, ¿por que aquí non?».

Así, poco a poco, los comensales fueron tomando asiento. Para acceder al recinto debían llevar consigo una tarjeta que recibieron al inscribirse, y hubo quien tuvo que volver sobre sus pasos porque se dejó la invitación en casa. Con todo, a las dos y media ya estaba prácticamente todo el mundo sentado para recibir al alcalde, Santiago Freire, y los ediles Marisol Villar y José Pérez.

Tocó entonces hincarle el diente al primer plato para coger fuerzas, que luego los mayores gastarían en la pista de baile.