Martín Reimúndez, policía local de día y cantante de noche: «Nunca pensei que ía ter tanto público»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

OUTES

El cantante barbanzano actuando el pasado fin de semana en un restaurante en Coristanco.
El cantante barbanzano actuando el pasado fin de semana en un restaurante en Coristanco. cedida

El outiense lleva años combinando el servicio público y la música sin dificultades

18 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que se popularizaron los walkman allá por los años 80, nadie ha vuelto a caminar solo en contra de su voluntad. La música está presente en todos los aspectos de la vida. No hay mejor compañía que una balada triste para ahogar las penas de un desamor y un buen pasodoble para celebrar la llegada de uno nuevo. Y ya si la cosa se presta a una bachata, igual es mejor no seguir pensando para no dispersarse.

Interpretar estos y otros géneros musicales no es fácil cuando se trata de un solo músico, mas Martín Reimúndez (Outes, 1971) lleva años prestando su voz a cientos de canciones. Lo del combinar viene de serie en este barbanzano, que por la mañana viste uniforme de policía y por las noches anima todo tipo de actividades con el vigor de sus cuerdas vocales.

Todo empezó cuando era apenas un chaval y se dio cuenta de que en su lista de cosas que le hacen feliz cabían dos cosas: el servicio público y la vida sobre los escenarios. Siendo tan solo un adolescente empezó a meter la nariz en el mundo del canto con las clases de solfeo que ofrecía Prudencio Romo, fundador de la Banda de Lousame y la de Outes. Quizás la influencia de su mentor fue lo que le llevó a buscar su refugio del mundo en los brazos de la interpretación: «Estiven en varias bandas tocando a tuba».

También fue en aquellos años de juventud cuando oyó los cantos de sirena del servicio público. La llamada de la vocación se tradujo en una buena temporada estudiando las oposiciones. El toque de gracia vino cuando tenía tan solo 22, pero el barbanzano sigue pensando que le gustaría haber entrado antes: «Nada máis poñer un pé dentro díxenlles aos meus superiores que eu chegara alí tarde e sígoo pensando, oxalá houbese empezado antes a gozar deste traballo».

El peso de la placa de un profesional de las fuerzas de seguridad va mucho más allá del material de la que esté hecha, por eso sorprende ver a Reimúndez nadar como pez en el agua entre sus dos facetas. Si bien su amor por la música empezó cuando era un chiquillo, su idilio con el canto entró en escena hace ahora 19 años, cuando él tenía 31.

De casualidad

En aquella época, las carambolas de la vida lo llevaron a hacerse conocido en algunos karaokes y a sustituir a su cuñado cuando este no podía acudir a las actuaciones del dúo que tenía. Su tiempo de suplente fue limitado, pues pronto se acabó formando un trío con el que recorrieron buena parte de la comarca alegrando todo tipo de eventos.

Decenas de actuaciones y hasta un concurso de televisión después, la formación acabó por disolverse, lo que dejó al outiense inactivo durante un tiempo.

Tras un período de idas y venidas, decidió que lo mejor era montarse algo él solo y acudir allá donde lo llamaran, lo que pasa es que no se esperaba tanto éxito: «Nunca pensei que ía ter tanto público». Su fama no bebe de otra cosa que no sea el talento y la variedad de su repertorio, que sería capaz de sacar a la pista de baile hasta al más aburrido: «O que quero é que a xente veña a pasalo ben».

Olvidarse de los problemas luciéndose sobre el escenario también es un poco el objetivo de este policía local outiense, que admite que hay jornadas particularmente duras en las que ponerse a cantar es la única manera que tiene de desconectar: «Ves cousas moi duras e chegas á cas e pos música para intentar esquecer».

Esto, reconoce, no podría ser posible sin la solidaridad de sus compañeros, que le cambian el turno cuando lo necesita, o sin la confianza de hosteleros, administraciones y, sobre todo, su querido público.