La escasez de pastos en la sierra duplica los gastos de los criadores de reses mostrencas

PORTO DO SON

MATALOBOS

Los ganaderos deben llevar comida a los animales, que ya deberían alimentarse con la hierba del monte

29 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La sequía está pasando factura a los propietarios de reses mostrencas en la comarca, que ven como los gastos de mantenimiento de los animales no paran de incrementarse. Criadores como el sonense Daniel Fernández, que también preside la comunidad de ganaderos de Xuño y Caamaño, afirma que si antes cebar un becerro para su venta costaba unos 200 euros, ahora el desembolso oscila entre los 400 y los 500, porque hay que alimentar tanto a la madre y a la cría.

Como ejemplo de la repercusión económica, Daniel Fernández precisa que tiene a su cargo 120 cabezas de ganado y que cada día les lleva tres sacos de comida, lo que supone un desembolso mensual de 1.800 euros. Si invierno y primavera hubieran tenido las precipitaciones habituales, los animales ya estarían alimentándose con la hierba nacida en la sierra, ya que lo habitual es suministrarle sustento entre los meses de octubre o noviembre y febrero.

Sin embargo, la situación no es así este año y, como persista la falta de lluvias, el ganadero Manuel Boo ya anticipa que «isto vai ser muy duro e vai ter consecuencias». A Boo tampoco le ha quedado más remedio que llevar comida a las reses y, en su caso, tiene la ventaja de que por ahora dispone de recursos propios y no se ve obligado a comprarla.

Los incendios

En las zonas que se vieron afectadas por los incendios, como sucede en Porto do Son, la situación es todavía más preocupante, porque el terreno no produce y a los propietarios de animales no les queda más remedio que asumir los costes.

Muchos temen que se produzca una situación como la de hace un par de años, en la que la demanda de forraje para alimentar al ganado fue tan elevada que los precios se dispararon.

En la actualidad, comenta Daniel Fernández, «non producimos nin a metade do que gastamos». Pese a esto no se ha planteado dejar la actividad.

Pero la sequía no solo tiene un efecto directo en la falta de sustento de los animales para subsistir por sus propios medios, sino que también provoca cambios en su organismo. Sobre esto, el sonense comenta que los ejemplares tardan mucho más en engordar, pese al aporte de nutrientes que se les proporciona y no se reproducen de igual manera porque la época de celo se ve alterada.

Todo ello también repercute negativamente en el volumen de negocio de los criadores, que ven como los terneros que debían llegar no lo hacen.

«Xa o ano pasado a situación non foi boa e neste parece ir a peor»

Manuel Boo, ganadero pobrense

Con una amplia experiencia como criador, el ganadero pobrense Manuel Boo augura un futuro muy poco prometedor si las precipitaciones no hacen acto de presencia: «Din que mañá vai chover, non sei se será moito. No monte a herba non sale con forza e cando nace vai secando. Non chega a medrar».

Pronostica un futuro no demasiado bueno si el tiempo seco se mantiene mucho tiempo más: «Se a primavera fose boa, en marzo xa tiñamos que terlle deixado de levar alimento aos animais. Xa o ano pasado a situación non foi demasiado boa e neste parece ir a peor».

Comenta que el invierno del 2016 también fue bastante anómalo, con un tiempo muy seco, aunque señala que durante la primavera sí hubo bastante lluvia y los pastos crecieron para que los animales pudieran alimentarse adecuadamente durante el invierno. Manuel Boo, explica que sus reses están cercadas, por lo que existe mayor control. Cree que para muchos criadores puede haber importantes pérdidas económicas.

«Teño algo de silo sobrante da campaña anterior, a ver se chega»

Miguel Fagúndez, criador lousamiano

Por el momento, el criador lousamiano Miguel Fagúndez, que posee más de una veintena de cabezas de ganado, se siente bastante tranquilo: «Eu cubrinme as costas e teño varias fincas. Eu práctico a gandería extensiva. Este ano xa fixen unha sega de silo, aínda que é certo que collín moi pouco. Agora estaba pensando en facer outra corta, pero non teño nada claro que vaia ser frutífera».

Este propietario de Fruíme manifiesta que «esta situación non ten boa pinta. Eu sei por compañeiros que están bastante preocupados polo que pode chegar a suceder, porque o terreo está bastante seco».

Por su parte, confía en no tener que hacer un desembolso económico en la adquisición de alimento, porque comenta que eso dispararía los costes de producción en una actividad cuya rentabilidad es escasa: «Teño algo de silo sobrante da campaña anterior, a ver se chega, porque este ano, polo momento, non collín todo forraxe que quixera e tampouco teño garantías de que as futuras colleitas vaian ser mellores que ata agora».