El recuerdo del mayor naufragio de la Costa da Morte fue testigo del funeral de la reina Isabel

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

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La fachada de la abadía de Westminster, en Londres, horas después de que terminase el funeral de Estado
La fachada de la abadía de Westminster, en Londres, horas después de que terminase el funeral de Estado ANDY RAIN / EFE

La gran vidriera dedicada al Captain está en Westminster, además de una placa en memoria de las casi 500 víctimas

30 abr 2023 . Actualizado a las 19:31 h.

Más de medio mundo fijó sus ojos, el lunes, en el largo ceremonial de despedida definitiva a la reina británica Isabel II. El funeral de Estado se celebró en la espectacular abadía de Westminter, que a veces pasa desapercibida entre los visitantes despistados que centran más su atención en su vecino el Parlamento. Justamente en esa abadía, cuna de bodas y sepelios reales, historia viva de Gran Bretaña, existe una enorme vidriera cuya razón de ser está en la Costa da Morte. Cerca de Fisterra, donde el 7 de septiembre de 1870 se hundió el acorazado Captain, y con él casi 500 víctimas (451 según la placa conmemorativa colocada en su momento en la catedral, y 472, 49 de ellos oficiales, según otros documentos).

Es la denominada HMS Captain window, que fue diseñada por J. R. Clayton y Alfred Bell e instalada en 1871. Muestra escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, la construcción del Arca, el paso por el Mar Rojo, la flota de barcos de Salomón, la construcción del barco de Tiro y la liberación de Jonás del interior de la ballena.

También se ven las representaciones de Cristo calmando la tempestad, caminando sobre el agua, enseñando desde el barco, el milagro de los peces y el naufragio de San Pablo. Y en ella, la inscripción en la que se lee la referencia a la memoria de quienes fallecieron en el «Cape Finisterre», que se repite, con más detalle, en la placa situada al citando a esos 49 oficiales y 402 «hombres y jóvenes» que perecieron en el Cabo fisterrán «en el servicio a su país».

Además, la propia placa añade que los nombres están grabados en latones en la catedral de San Pablo, el otro gran templo londinense (con permiso del de Southwark, junto a London Bridge) al otro lado del Támesis, en la zona de la ciudad financiera.

Toda esta información puede leerse en la vidriera y en la placa, pero también —y muy detallada— en la web de la abadía de Westminster, que también abunda en la vida del capitán del barco de guerra, Hugh Burgoyne, o de la del también capitán Cowper Coles, autor del diseño del buque, unas líneas que desataron la controversia en la Marina Real inglesa por la inestabilidad que presentaba y que a la postre resultarían fatales. La web también permite apreciar, en imágenes, el gran tamaño de la vidriera y las anotaciones de la placa.

Así que toda esa impactante obra de arte y de memoria colectiva, situada en el crucero norte del templo inglés, fue testigo de una ceremonia de despedida que pasará a la historia del país, como en estos 150 años lo fue de muchas más. Y sirve para que algunos recuerden el mayor desastre de la Marina real inglesa en tiempo de paz en el siglo XIX, ocurrido un 7 de septiembre (curiosamente, la reina falleció el 8 del mismo mes). Un desastre en plena travesía de Gibraltar a Reino Unido del que solo se salvaron 18 personas, y que apenas tuvo eco en aquel tiempo en Galicia por la ausencia de cadáveres en el litoral. El naufragio ocurrió a unas 18 millas al suroeste del Cabo fisterrán.