La puesta de sol en Corme es arte

La de la artista, pintora y escultora madrileña-gallega Carlota Cuesta es una historia de casualidades, pero también de búsquedas. «Mi padre, cuando era marino, en el año 28, recaló en Corme, porque habían sufrido una avería en su barco», evocó este miércoles. Él lo recordaba bonito, a Corme arribó Cuesta y aquí se quedó, por bohemio y literario que parezca: «No sabía ni que existía esto». De eso hace al menos 20 años y desde entonces muchas obras han salido de su estudio en A Ribeira. «Desde niña la Costa da Morte me atraía», explicó. Un nombre para ella evocador de aventuras y luchas por la vida que guardaba «aquel polvito de la infancia» y una comarca que empezó a recorrer «absolutamente abierta a recoger» todo lo que le brindase. Artísticamente, emocionalmente, pero también, semeja, con algo de alma de crebeira: «Quise recoger esos fragmentos y con ellos construir y crear, expresar lo que esto tiene de hermoso». 

Todo esto lo contó Carlota Cuesta, patrona de la Fundación Torre Pujales, en la inauguración de la exposición Cidades asolagadas, precisamente en el Museo de Arte Contemporánea Costa da Morte de Corme, el Maccmo. Son medio centenar de piezas las que la integran la muestra, aunque por dimensiones no están todas en este espacio. Una exposición tributo a la Costa da Morte que lleva nada menos que 15 años aguardando para abrirse a las miradas del lugar que le dio vida, y que sin duda se revela el más idóneo: «Esperé 15 años porque no me parecía llegar y exponer yo, antes tenían que pasar muchos otros artistas con exposiciones temporales», afirmó. En el estío del 2022 el protagonista fue el pintor coruñés José Abelenda; en el del 2024, será José Antonio Ozores-Souto. 

Cidades asolagadas pasó ya por el Palacio Isabel de Farnesio, en Aranjuez, donde realmente gustó. Aun así, seguramente allí no pudieron sentir la emoción y la sorpresa con la que el público presente este miércoles en Corme admiró y aplaudió el descubrimiento-apertura de una de las obras, una puesta de sol en Corme que tiene en su base restos de tablas de naufragio, un astro móvil y colores que son pura magia. Estas creaciones supusieron para Cuesta internarse en el «informalismo», el uso de elementos en principio ajenos a la pintura: «Todo lo que hago ahora viene de aquí, de esta primera etapa». Con Cidades Asolagadas quiere mostrar «el impacto que me produjo a mí la Costa da Morte»: «Intentar transmitir la sensación que yo había sentido, de grandiosidad, de renovación continua del destrozo, del caos, e incluso del abandono y la soledad».

Esos materiales aparecían, pero ella de algún modo también los buscaba. Contar lo que sentía era su idea, aunque deja algo muy claro: «Es imposible imitar la naturaleza». ¿Cómo contar los restos de una tragedia cuando los tienes ahí delante?.  Al Maccmo de Corme, cabe recordar, donó en su día el cuadro La medida del naufragio. Carlota Cuesta es nieta del fotógrafo Amador e hija del dibujante Ismael Cuesta: está inmersa en el mundo de las artes plásticas desde que nació. 

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