Quini, el disyóquey abuelo de Paiosaco que comparte pasión con su hijo Javi: «Eu pincho música dos 80 e 90, e el, reguetón»

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

El veterano es hermano de la exlíder del PSOE larachés, Palomi Rodríguez, y residente en la discoteca Pazos de A Laracha. Su primogénito pincha en el pub Goat de Carballo

10 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Son de dos épocas bien distintas. El padre, Jose Rodríguez Castiñeira, nació en el 72, mientras que su hijo, Javier Rodríguez Vecino, en el 2001. Por ello, como es lógico, cada uno tiene sus gustos. El descendiente creció escuchando a su progenitor probar diferentes músicas en su casa de Paiosaco. Y se le acabó pegando. Lo cierto es que Quini, como se le conoce a Jose, y Javi pueden presumir a día de hoy de seguir compartiendo su pasión por las mesas de mezclas.

Tienen 51 y 23 años, respectivamente. Para el primero serán 52 el día del gordo. Ya es, a mayores, abuelo de una niña de 19 meses. De hecho, sus colegas lo vacilan con eso de «el DJ abuelo», traslada. Pero ni una cosa ni la otra lo han llevado a poner fin a su carrera en las cabinas, que comenzó en los últimos años del siglo pasado. Ni él mismo se imaginaba llegar tan lejos en los pubs y discotecas, confiesa. Ahora es su primogénito el que aspira a seguir su trayectoria. Siempre, ambos, como afición

Quini, que es hermano de la exlíder del PSOE larachés, Palomi, suma más de diez años siendo el disyóquey residente en la discoteca Pazos de A Laracha. Por su parte, Javi desempeña las mismas funciones en el pub Goat de Carballo desde la presente temporada. Los dos actúan los sábados, aunque este último también está yendo a Melide y acude, asimismo, a algunas fiestas de la zona con la discomóvil Impacto. Empezó hace dos años en su municipio, en los pubs El 72 y La Calle.

El veterano se inició en el mundo nocturno «por culpa dun amigo», dice. Lo tuvo que cubrir en un par de ocasiones, hasta que ya le fueron surgiendo oportunidades en el sector. Aunque la música ya le chiflaba. Y le cogió el gusanillo. «Non se me daba mal», reconoce. Curiosamente comenzó a pinchar en la comarca de A Coruña, en salas como El Bosque o La Flor de Montouto. Hasta en el certamen de Míster A Coruña. Guarda un buen recuerdo de su etapa en Carral: «Eran outros tempos. Aquilo era un fervedoiro co bum dos domingos». También pasó por Carballo, Ponteceso, Santa Comba, Ordes... «Deixabas un local e xa te chamaban de tres», apunta. Era un ritmo frenético, con un fin de semana en el que la marcha duraba tres días. Ahora está «máis relaxado», aunque en todo este tiempo solo un accidente laboral lo apartó un año de los altavoces, a mayores de la pandemia, claro.

En la discoteca larachesa dice sentirse muy a gusto por la «diversidade do público». Es este ya más mayor, acorde a su edad. Él siente auténtica debilidad por la música de los 80 y los 90, incluso por los éxitos del 2000. De ahí surgió la idea de crear un evento temático que es un éxito en cada convocatoria. En su lista de canciones no faltan las de artistas míticos del género dance europeo como Gala o Darude. Tampoco otros del italo dance como Gigi D'Agostino o Gabry Ponte. Estos últimos le gustan también a su hijo, que opta por poner reguetón y temas «más comerciales», lo que su público, mucho más joven que el de su padre, le pide, anota. Así, en sus sesiones suenan Rauw Alejandro o Feid.

«Para min é un orgullo que o meu fillo siga co legado. Sobre todo, se lle gusta, porque a música hai que sentila. Se non, non ten lóxica. Ademais, dálle moi ben», expresa Quini, que añade entre risas: «Aquí na casa, outra cousa non, pero música... a todas horas». Se da la coincidencia de que su mujer y madre de Javi fue camarera, en su día, en una discoteca, de modo que ya está armada de paciencia, bromean.

Jose considera que su fin en este mundillo está al caer, aunque tampoco lo afirma con total seguridad. En el actual panorama de la noche encuentra muchas diferencias con el pasado. Su propio hijo afirma que no es capaz, siquiera, de imaginarse el ambiente de aquellos gloriosos años que sí vivió su progenitor. «Antes a xente traballaba dende máis nova. Agora estudan. A economía tamén está moi mal e anda a cousa moi dispersa», considera Quini.

Por si a alguien le quedaban dudas, los dos señalan que ser pinchadiscos no es todo juerga y disfrute. «Botamos moitas horas na noite e chegamos de traballar no noso día a día e poñémonos a editar», describe el progenitor, a lo que Javi añade: «Implica quedar menos con los amigos o estar cansado los domingos».

El próximo lunes de carnaval compartirán cabina, por vez primera, en la discoteca Pazos, desde la tarde hasta la noche. Primero actuará Quini, y luego, Javi.