Camiño dos Faros diversificado

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CRÓNICA SOCIAL

A LARACHA

28 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

De un tiempo a esta parte está de moda deslomarse en el gimnasio, correr maratones o pasarse los domingos caminando hasta acabar sin resuello. Es evidente que el ejercicio mejora la calidad de vida y probablemente retrasa la hora de ir al hospital, pero siempre que se haga con moderación y uno esté preparado. Ahora se cuentan por cientos los que acuden a las carreras que se organizan por la zona y también los que participan en el Camiño dos Faros, una de las formas más hermosas de conocer la Costa da Morte. Como en todo, la mesura es una virtud y el recorrido junto al mar de los domingos carece de ella. La costa es la que es y eso no se puede cambiar, pero si se puede adaptar para que sea asequible para otras gentes menos aguerridas.

Existe la versión inclusiva, pero no es suficiente, sobre todo si lo que se quiere es homologar la ruta. De lo que se trata es de que más o menos todo el mundo pueda participar y ver el mar desde lugares que le habían estado vetados, más por desconocimiento y olvido que por inaccesibilidad.

El itinerario está pensado, pero es demasiado duro y en un momento dado del camino uno debe decidir si disfruta del paisaje o ahorra todas sus fuerzas para intentar terminar con cierta dignidad.

Ya se ha limitado el número de participantes, porque más que una caminata para descubrir y gozar de la costa, parecía una marcha o una manifestación.

El Camiño dos Faros tiene que decidir si se convierte en un destino y atractivo turístico o deportivo. Si queda limitado a personas en muy buena forma física o muchas ganas de machacarse o a aquellos que quieren disfrutar del paisaje y el aire del mar.

Quizá habría que hacer subtramos para que cada cual eligiera su distancia más cómoda. Si se homologa, cada uno tendrá autonomía y el camino dejará de tener ese tinte reivindicativo que hace merecer las agujetas y los calambres para adquirir un aspecto más burgués, más adecuado a los turistas que quieren marcha pero no tanta. Tal vez entonces habrá que olvidarse de la geografía para dedicarse a la logística. De Malpica no se puede llegar a Niñóns, sin un solo bar que espere al exhausto caminante.

El Camiño dos Faros tiene que ser como el de Santiago, con sus distintas versiones, desde la del albergue, el bocadillo y la mochila a la espalda (el más auténtico), al coche, hotel de cuatro estrellas y descubrimientos gastronómicos.

Y también tendría que comenzar en Caión. ¿Por qué perder la belleza del pequeño pueblo marinero, la bravura de los acantilados en el límite con Carballo, la suavidad de la laguna de Baldaio y la escarpada costa a los pies del Monte Neme?