El valor de un anónimo y humilde banco

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Vecinos del barrio de San Cristovo, sentados en el lugar en el que estaba su banco.
Vecinos del barrio de San Cristovo, sentados en el lugar en el que estaba su banco. s. g.< / span>

Vecinos de Carballo se resisten a quedarse sin su lugar de descanso

10 oct 2015 . Actualizado a las 09:47 h.

En la vida diaria de un pueblo hay cuestiones que nunca irán a un pleno municipal, ni siquiera las comentan los vecinos del barrio. Puede que la mayoría incluso las desconozcan. Y, sin embargo, afectan al día a día de varias personas: a su bienestar temporal, a la capacidad de relacionarse, de hallar unos minutos al día para hablar y ser escuchado. De tomar el sol y ver al vida correr.

En la calle Mirtos de Carballo, a pocos metros de la rotonda en la zona alta del San Cristovo, a dos pasos de la capilla y a tres de la residencia de la tercera edad (el área que todos conocen como Pedra Furada, por la calle y por el restaurante), hasta hace unos días había un banco pegado a un muro.

Las piedras posteriores le daban abrigo, y estaba orientado hacia el oeste (más o menos). Por eso, en los días claros, por la tarde se agradecen las raiolas de sol. Fue un banco espontáneo. Hace ya un tiempo, allí no había nada, y los vecinos decidieron que era un buen lugar para sentarse a charlar. Vecinos mayores, con todo el tiempo del mundo y mucha vida pasada de la que hablar. Así que colocaron unos tablones en un lugar en el que -estaban de acuerdo- era el mejor para el solaz. Tanto éxito tuvo que, más tarde, el Concello colocó un banco de los de verdad. Todo iba bien: hasta una rama de un carballo caía suavemente sobre ellos para dar sombra cuando el sol apretaba.

Pasaron los años y la ponla voló en unas tareas de limpieza de cunetas. Pero no pasó nada: el banco seguía y punto. Era un ágora, un lugar de reunión.

Recientemente, debido al gamberrismo, los tablones del banco también volaron. Esos, y algunos cercanos, que por cierto no tienen tanto éxito para el descanso, porque el viento los castiga injustamente. Como quedaban solo las bases, hubo que retirarlas, y hasta cubrir y recebar la zona de los enganches al suelo. Adiós banco.

Los usuarios siguieron yendo y lamentándose. Una anciana que acude a diario con su andador lo aprovecha para descansar en el mismo sitio. Otro colocó dos bloques apilados que hace de asiento. Otra que ronda los 90 lleva su tallo... Y hay más. El lugar es más fuerte que las carencias.

Así que en el Concello han decidido colocar otro banco en su lugar. En breve, además, dijo ayer el edil Luis Lamas. Un banco con mucho valor.