La cifra de extranjeros se estabiliza en Carballo en torno a los seiscientos

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO MUNICIPIO

Portugueses y rumanos ya superan a los uruguayos, que apenas llegan a los 60

23 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los extranjeros siguen siendo una parte significativa de la población en Carballo, pero lejos de las cifras de récord hace un decenio, cuando rozaban los 800. Hace ya unos años que no llega a los 600, pero tampoco anda lejos: el 2016 cerró con 585. El dato es uno más de la cascada de información estadística que contiene el Barómetro Municipal, que se elabora regularmente desde el 2004 y que permite radiografiar el municipio desde múltiples ópticas: desde los segmentos de edad de la población, a su nivel educativo, pasando por el nivel de ocupación de la viviendas o los expedientes que se tramitan y de qué tipo son.

La cima de la pirámide de los foráneos está ahora más apretada que nunca, lejos de la época en la que los uruguayos arrasaban (259 en el 2005). Ahora son 57, cada vez menos. Muchos se han ido, otros han logrado la doble nacionalidad. La mayor parte son rumanos (69), seguidos de los brasileños (60). Los portugueses son 44 y ocupan el cuarto lugar.

Hernán Tirado Peralta es de Maracay, Aragua, en Venezuela. Técnico superior universitario en construcción civil, trabaja en la hostelería, aunque ha estado ocupado en otros sectores. Llegó a Carballo en el 2005. El año pasado logró la doble nacionalidad. Su mujer, Alexandra Mocanu-Totoc es de Tulcea, en Rumanía. Tiene 31 años y lleva en Carballo desde el 2010. También trabaja en la hostelería. La conoció no en Carballo, sino en su país, cuando trabajaba en la instalación de eólicos. Están plenamente integrados en Carballo, con un niño de 5 años. Están contentos. «No tenemos pega», señala Hernán. «Nos sentimos bien, tenemos amigos muy queridos», explica. De momento, se quedan. Irse a Venezuela lo descarta, por la situación que vive el país. Pero echa de menos su país: «La sangre, la familia me tora mucho, pero el modo de vida que hay ahora, no. Cuando estaba allí ya quería escapar», explica.

Liliana Alfonso Larralde es cubana, de Santa Clara. Tiene 35 años y lleva uno y medio en Carballo, junto a su marido, catalán. Regentan Casa Alfonso, un bar y restaurante en Sofán, en la recta del núcleo principal de la localidad en la carretera a Ordes. Llegaron a la localidad por casualidad. Tenían un restaurante en Barcelona y conocían a los dueños de la casa de Sofán, con los que hicieron mucha amistad. Cuando cerraron el negocio, los invitaron a venir a Galicia. Nunca habían estado, y les gustó mucho. Al lado de la casa que les dejaron está la tasca que entonces tenía otros arrendatarios, y justamente en esa época se fueron. Le vieron posibilidad de negocio, les gustó mucho el local y dieron el paso. Fue curioso, porque no estaba previsto que llegasen cuando lo hicieron, ya que demoraron el viaje. De haberlo hecho de acorde a la fecha inicial, no habría pasado nada, como recuerda Lili: «Llegamos en el momento justo».

En cuanto a la experiencia hostelera, están «muy contentos». Asegura que la vida no es solo «trabajar y trabajar, sino tener tranquilidad, y solo se consigue en estos sitios. Estoy súper feliz -explica- y con la gente nos va muy bien, hemos caído muy bien y nos aprecian, ha sido un golpe de suerte».