La amarga reiteración de la historia

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

CORCUBIÓN

29 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Asombra constatar cómo muchas necesidades, condiciones adversas y aspiraciones de la Costa da Morte se repiten decenio a decenio, y hasta siglo a siglo, sin poder darle la vuelta a este destino nada confortable. Resulta fatigoso inundarse en las páginas de la historia y comprobar la reiterada sensación de soledad, aislamiento y carencia de recursos lamentablemente característico este rincón atlántico. En ocasiones, incluso parece ocioso, y hasta molesto, recordarlo, aunque se supone que debe ser obligado. Callarlo no conduce a nada. No es menos cierto que otros territorios apartados de muchos otros muchos países han padecido y padecen los mismos procesos. Las periferias suelen estar condenadas a sobrevivir por su cuenta. El necesitado no suele atraer la mirada de la abundancia. De ahí que los regidores públicos deban ingeniárselas para alumbrar soluciones desde dentro y no caer anestesiados defendiéndose en la culpa externa permanente. Hace algo más de una centuria, La Voz de Galicia emprendió una enérgica campaña para que el Gobierno implantase el ferrocarril entre A Coruña, Carballo y Corcubión. El famoso tren de las tres C, por el que luego también alzarían la voz Plácido Castro Rivas y Pepe Miñones. Mucha tinta gastada y la Sociedad Española de Ferrocarriles secundarios, presidida por Luis de la Cuadra y Raoul, marqués de la Guadalmina, que parecía dispuesta a hacer la obra, pero falló lo de siempre, la pecunia. Es difícil invertir a la sombra del último sol, y el Gobierno estaba demasiado lejos. Los que mandan quieren navegar siempre en buques seguros y huir de las tempestades. El proyecto del tren embarrancó para siempre. Escribían por aquel 1913 en La Voz que esta infraestructura sería «la reparación debida a pueblos importantísimos que por incuria de sus representantes y de los gobiernos yacen en el más absoluto de los abandonos en cuanto a vías de comunicación y medios de progreso». Aunque es verdad que se ha andado lo suyo, en estas palabras aún hay mucha actualidad, lamentablemente. Buena parte del Fisterra aún las sigue padeciendo. Buceando en el hemerográfico de este periódico, que acaba de cumplir los 135 años, veo un artículo de Domingo Quiroga de 1968 en el que escribía sobre Moraime, la principal joya histórica y arquitectónica de la Costa da Morte: «Ahora entregada a todas las impiedades de los hombres y a todas las iras de los tiempos. ¡Un drama arqueológico! Moraime yace olvidado en un extremo de Galicia». Y no han hecho nada, o casi nada.