El patrimonio olvidado del Camino

J. V. l. CEE / LA VOZ

DUMBRÍA

Ana Garcia

Solo en Dumbría una decena larga de bienes pasan desapercibidos entre los peregrinos

02 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Más allá de San Guillerme, las Pedras Santas, Moraime, el Museo Seno de Corcubión, As Neves, San Pedro Mártir y un largo etcétera de bienes patrimoniales que se encuentran en el Camino a Fisterra y Muxía y que parece más que evidente que no se les saca ni un mínimo del partido cultural y turístico que podrían ofrecer, existe una lista todavía mucho más amplia de atractivos olvidados. Ya no es que pasen desapercibidos para los peregrinos, casi siempre por falta de señalización y de limpieza, es que en su mayoría no los conocen ni los propios vecinos.

Solo en Dumbría, el geógrafo jubilado Modesto García Quintáns, aficionado a recuperar la historia de su municipio, buceando en los documentos y el testimonio de los mayores, identifica más de una decena de elementos patrimoniales olvidados, descuidados o incluso directamente destruidos.

Antes incluso de cruzar el puente de A Ponte Olveira, en terreno de Mazaricos, el que fue campo de batalla contra los franceses, además de las casas de tres vecinos que fueron trasladadas piedra a piedra para escapar de las inundaciones, albergaba junto al antiguo puente un crucero del siglo XIX de buena factura artística en memoria de un ahogado.

Justo después del río, a mano izquierda se conservan en muy buen estado los habitáculos de piedra que Domingo Canosa Alvela, de la casa de O Dego, mandó construir en 1945 para alquilarlos a los comerciantes de la feria ya extinta que antes se cobijaban en sus alpendres.

Ya en Olveiroa, además de la abandonada Cruz do Capador, en el atrio de la iglesia hay un hórreo con los pies torcidos, cuya inclinación se atribuye al catastrófico terremoto de Portugal de 1755, y en el camino al río un castro completamente cubierto de maleza. Atravesado el cauce, otra cruz da testimonio del fallecimiento ahogado de un vecino de Buxantes, que tenía una pata de palo, y que murió ahogado al caer del caballo cuando regresaba de llevar una vaca a cubrir.

Siguiendo por el Camino, además de la Fonte de Lapedo, el viajero se topa con el monte de las siete mámoas presentes en el escudo de Dumbría, prácticamente destruidas y una de ellas con un poste de la luz justo encima.

O Logoso

Nada más cruzar el puente de O Logoso, una cruz de piedra en un peñasco recuerda a un asesinado y sin separarse apenas del lugar, la emblemática Pedra Cabalgada do Brazal luce sin señalización alguna, y se encuentra la joya de la corona de este trayecto, un castro que pese a la maleza resulta reconocible incluso para los profanos. Justo debajo del primer murallón se localiza la Casa das Cabras, una cabaña natural creada por el corrimiento de una losa, en la que se aprecian restos de fuego, lo que da idea de que pudo estar habitada.

Las casas de Mallas y las mámoas que había después de la fábrica de Ferroatlántica desaparecieron entre roturaciones y el Marco do Couto, el Cruceiro Xordo, la Fonte Santa -que así se conocía la zona de As Neves, con su peculiar rosetón y el grabado de lo que se supone una sandalia, el dolmen destruido de San Pedro Mártir,... incluso la minúscula capilla de As Campas, en Brens, fruto de la imagen de la virgen dejada por peregrinos de Paracuellos del Jarama, son todo bienes en olvido, que hablan y no precisamente bien, de un desprecio por la historia.