Los primeros pasos en la innovación

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira LAXE / LA VOZ

LAXE

Jose Manuel Casal

El aprendizaje por proyectos se abre camino en ESO en Laxe gracias a la implicación de todo el claustro

02 may 2017 . Actualizado a las 11:17 h.

En esta serie de Centros Innovadores no todos los colegios están en el mismo punto. Algunos llevan años implantando programas de aprendizaje significativo, pero otros, como el CPI Cabo da Area de Laxe, empiezan a dar sus primeros pasos en el mundo de los proyectos y el trabajo colaborativo. Y no es fácil. Si un año se avanza mucho, al siguiente es habitual ir para atrás. Los profesores se enfrentan a su falta de experiencia, tienen una formación casi siempre autodidacta, necesitan tiempo para poder coordinarse y hay aspectos difíciles de aplicar en la innovación, como las evaluaciones.

Pero el CPI de Laxe es el claro ejemplo del poder de los profesores comprometidos: a pesar de los problemas y las carencias, este año 11 de los 14 docentes de secundaria se han sumado al proyecto de la Xunta O mundo que queremos. Están lejos de los siete proyectos que siguieron en otras ediciones, pero en cambio han decidido convertir esta reflexión sobre las injusticias, la ecología y el desarrollo humano en el hilo conductor de todas las actividades del centro. Así, además de los talleres de radio, fotografía y teatro -en los que se da material que entra en el currículo- este curso habrá charlas y una semana de la solidaridad con ejercicios de aprendizaje-servicio, como una carrera para recaudar fondos para Save the Children y un taller para pintar Quimions, las fundas de superhéroes que protegen los sueros de quimioterapia para niños.

El CPI de esta pequeña villa ofrece una imagen que se repite bastante en Galicia: pocos niños que, al llegar a la adolescencia, dejan de estar interesados en estudiar. En la actualidad, en los cuatro cursos de ESO solo hay 70 alumnos matriculados, muchos más en primero y segundo que hacia el final de la secundaria. «Los estudiantes empiezan a repetir y o se van a FP o plantan a los 16», dice Mabel Sánchez, la profesora de Historia.

Cuando los profesores proponen un proyecto para desarrollar en el centro, los alumnos se frotan las manos: «'Hoy no hay clase', piensan», dice Asunción del Valle, la docente de Inglés. La única preocupación del alumnado parece ser aprobar la asignatura: «¿Pero esto entra en el examen?», es la cuestión más repetida cuando aparece la innovación en el aula.

Jose Manuel Casal

Los maestros a veces se desesperan. Se dan cuenta que los alumnos no reflexionan y no les emociona aprender. Por eso han apostado por los proyectos como una forma de llegar a ellos. Y, por qué no decirlo, para gratificar al propio maestro. Carina Pereira lleva nueve años como interina, dando clases de Matemáticas en secundaria, y no quiere convertirse en una maestra que llega a clase, suelta un discurso y se marcha. No se queja de la disciplina, «os rapaces aténdenme», pero sabe que a pocos les gusta. Y este año por fin se ha decidido a dar un paso adelante: «Quero cambiar a forma de dar as clases, porque hai temas que son peliagudos, como os polinomios. Doume de conta do difícil que é facerllos chegar aos rapaces», explica. El problema que se encuentra es que «unha cousa é o que se din no papel e outra levalo a cabo». Animada por sus compañeras, confiada en que le ayuden, una de sus ideas es que como en el proyecto O mundo que queremos se incluye una encuesta por la villa, utilicen los datos que se recaben para estudiar la estadística y hacer gráficos.

En esta aventura, Pereira está acompañada entre otros por Sandra Villar, la profesora de Lingua, y por Asunción del Valle. Esta última lleva años formándose, tanto con otros compañeros como con cursos on-line. El claustro cuenta con el apoyo del director, Juan Linares, porque sin su liderazgo es imposible llevar a cabo ningún cambio. Ahora les falta pulir la coordinación con la otra mitad del colegio, la zona de infantil y primaria, porque aunque el Cabo da Area es un centro público integrado (CPI) está formado por dos edificios diferenciados, separados por la zona de recreo y deportes. Todo se andará. «Nos falta mucho, pero esta decisión no tiene marcha atrás», resume Del Valle.