Los controles sobre los chiringuitos de playa se incrementan

s. g. rial / j. v. lado CARBALLO / LA VOZ

LAXE

SANTI GARRIDO

Un local colocado en el jardín del arenal de Razo tuvo que desplazarse unos metros para adaptarse a la licencia de Costas

21 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los chiringuitos de playa ya no tienen vía libre para colocarse donde quieran. Nunca la han tenido, porque la normativa es restrictiva, pero en muchos sitios solía hacerse la vista gorda mientras no hubiese denuncias. Cada vez menos. Hay varios ejemplos en la zona. Uno de los más recientes es la instalación de un puesto en la playa de Razo. La semana pasada estaba en zona de dominio público marítimo-terrestre, en plena zona ajardinada, sobre terreno arenoso. La autorización de Costas era para unos metros más atrás, en zona de servidumbre, al lado de la senda peatonal. El Concello fue notificado, y desde el gobierno local se pusieron en contacto con la titular del bar para hacerle ver que esa no era la ubicación legal. La respuesta fue inmediata «e boa», señalan desde el Concello. Ayer mismo, los operarios estaban dando los últimos toques al contenedor en su nueva ubicación. Estéticamente, la playa recupera su horizonte habitual, y regresa el espacio para el uso público, habitual de sombrillas durante la temporada veraniega.

En Laxe, por su parte, sigue cerrado el chiringuito de la playa, pendiente de todos los permisos.

En el costado sur de la Costa da Morte el único ejemplo equiparable al chiringuito que tanto ha dado que hablar en Laxe es la playa de A Langosteira de Fisterra donde, por contra, este tipo de negocios están ya normalizados desde hace años, sin que se produzcan tensiones con el resto de establecimientos. Actualmente hay tres repartidos en distintos puntos del arenal, alguno de los cuáles también sirve hamburguesas o raciones, caso del Calma Chicha, situado junto al conocido restaurante Tira do Cordel y que pertenece a la misma familia. Los otros dos pertenecen a emigrantes italianos y marroquíes emparentados en el pueblo y que también llevan ya años en funcionamiento. Además, se trata de una práctica histórica en la localidad porque hace ya más de dos decenios que existen este tipo de negocios en A Langosteira, generalmente centrados en las bebidas, los helados y los productos playeros por excelencia.

También en O Ézaro, y ahora ya más al pie de la Cascada que en la propia playa, florecen cada verano este tipo de establecimientos de imagen variopinta. Aquí el problema que ve el Concello es su impacto estético por la falta de uniformidad entre los diferentes puestos. De ahí que el reto que se fija el gobierno municipal es la construcción de una especie de plaza cubierta, con diferentes espacios y una estética cuidada y común, que permita estos servicios, adecuándolos al encanto natural que es el principal activo del entorno. En cualquier caso, la ambiciosa solución pretendida no llegará a tiempo para este verano