La vuelta al cole tras dos años de cáncer

Cristina Viu Gomila
cristina viu CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

José Manuel Casal

Hadrián se perdió dos cursos debido a la leucemia; su madre logró que la Xunta aplicara un protocolo para niños enfermos

23 abr 2017 . Actualizado a las 11:57 h.

Hadrián parece otro. El pelo castaño le cae sobre los ojos y ha crecido al menos una cuarta desde que volvió al colegio, tras una dura lucha contra la leucemia que lo mantuvo apartado de sus compañeros durante casi dos cursos. Ahora es su madre, Nieves Villar, la que lo ha alejado de sus amigos de Malpica. El muchacho ha perdido prácticamente dos cursos a causa de su enfermedad y ahora tiene dificultades para afrontar la ESO.

Su madre ya suponía que algo así iba a ocurrir, por lo que alzó la voz y reclamó que Educación le ofreciera a su hijo al menos la mitad del tiempo de clase que tienen los niños sanos, 12,5 horas semanales. No logró ese tiempo, aunque se lo ofrecieron, porque lo quería para todos. Ahora se arrepiente, entre otras cosas porque la educación de Hadrián le cuesta cerca de 400 euros mensuales y ella es apenas mileurista.

Madre e hijo lograron que la Xunta cediera a la presión y elaborara un protocolo para la atención educativa a los niños con enfermedades de larga duración, pero no se fijó una duración mínima. En esos pequeños piensan ambos antes de decidir exponerse de nuevo ante la opinión pública.

Nieves Villar decidió que su hijo más pequeño acudiera a un colegio concertado de Carballo, donde recibe clases de apoyo todos los días. Ella tiene claro que si lo hubiera llevado a Malpica el chico se hubiera perdido porque necesita un apoyo especial. «Se o tivese deixado no Urbano Lugrís, ao mellor este ano non, pero ía ser o grande dos pequenos. Iría perdendo o ritmo de estudos e o seu grupo iría marchando», dice la mujer, que es «peixeira» y se levanta todos los días a las tres de la madrugada para ir a trabajar, pero que recoge al chico a la salida de clases, a las seis o las siete de la tarde y luego tiene que ocuparse de la casa, de su madre dependiente y de que Hadrián estudie, porque le cuesta y ya ha renunciado a su sueño de ser médico, una vocación que despertó su enfermedad, pero que cercenó la poca atención educativa, a pesar de que desde que enfermó su madre siempre le pagó clases particulares.

Con respecto a la educación de los niños con cáncer Nieves tiene claras muchas cosas. «Hai moitos pais que por non querer, non saber ou porque non lles sae de dentro sentan no sillón e quedan mirando para os seus fillos, pero eles teñen que seguir ao seu paso. Se non conseguen saír, o que lle pasa a moitos, mala sorte, fixemos o que puidemos, pero se o superan que, polo menos, vaian camiñando ao mesmo ritmo que os outros», sostiene Nieves.

Su ambición es que Hadrián consiga valerse por si mismo, igual que se hijo mayor, de 26 años, y para ello está dispuesta a hacer lo que sea necesario. Luchó lo indecible para que la Xunta pusiera profesores para atención domiciliaria y hospitalaria y ahora batalla para conseguir para el chico una educación y para remontar el retraso provocado por los dos cursos de enfermedad, el último ciclo de la primaria, durante los que asistió a clases de tarde en tarde.

Ha visto Nieves morir a muchos niños. «A perda é sempre para os pais, a sociedade non ten perda porque nenos están nacendo todos os días» explica y, por este motivo, cree que debe haber una movilización social, porque los padres están sin fuerzas. «Hai que meterlle man a estes nenos, que sexan o mesmo que os outros», sentencia.