Adiós a los caballos en el Pico de Meda por las trabas y las exigencias

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

ANA GARCIA

O Santiaguiño, que llegó a tener 85 animales, ha vendido todos los que quedaban

20 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los caballos han desaparecido del Pico de Meda, en Zas, uno de los dos únicos lugares de la Costa da Morte en los que se concentraba una cabaña importante. En el otro, Vimianzo, aún se mantienen, aunque en su día también estuvieron a punto de no volver.

Los equinos fueron vendidos este mes, hace unos días, por sus propietarios, los socios de la entidad O Santiaguiño de Carreira, una parroquia de solo dos lugares que en los últimos 24 años se ha preocupado especialmente del patrimonio etnográfico. Y también de la reintroducción de los caballos, hace unos 18 años, con buenos resultados en los dos primeros tercios de este período. Cosa distinta ha sido el último tramo: desde la investigación del Seprona, la imputación (y posterior archivo) del presidente por la muerte de varios animales en el invierno más duro que se recuerda en decenios, las cosas han ido a peor.

De las rapas multitudinarias solo queda ahora un espacio vacío «que acabará sendo unha selva», señalaba ayer el responsable, Perfecto Fuentes Garrido. El curro está algo mejor, y prestó días atrás su último servicio para acoger a los caballos y meterlos en los camiones. Algunos, para criar en su nuevo destino, y otros, para carne. En total, 37. El comprador es el mismo que se llevó una pequeña manada hace un tiempo, en Vimianzo, aunque en este caso por problemas de maltrato.

En el de Carreira, los motivos son diferentes. Fuentes, la directiva y los socios se quejan de las numerosas trabas para mantener los animales, y eso que un amplísimo perímetro en el Pico de Meda está vallada, con pasos canadienses para acceder a las pistas.

Fuentes se queja que todo son gastos. «De cartos que non temos», añade. El mantenimiento, sobre todo en determinadas épocas del año, es costoso y engorroso, obligando a los vecinos a subir al monte con mucha frecuencia, y no todos están dispuestos a hacerlo. La colocación de microchips obliga a juntar todos los equinos y realizar más labores. Las ayudas «non existen», por parte de ninguna Administración. Los lobos -añade en un amplio catálogo de problemas que les han llevado a tomar la decisión- han atacado con frecuencia: «O ano pasado, duns 15 poldros que naceron, quedaron só dous», explica. Las actuaciones del Seprona, y los quebraderos judiciales que ha tenido por ello, añaden aún menos ánimos a una actividad vistosa y escasa.

Habrá que ver ahora si se producen las consecuencias que vaticina Fuentes. El atractivo turístico de la zona desaparece. El de verlos en libertad, y el de la Rapa, que ya llevaba desde el 2013 sin realizarse, en su segunda etapa. La limpieza de los montes, una amplia franja que llega a los limites municipales con Santa Comba, alrededor del parque eólico, también. El estado del monte propiciaba una mayor facilidad para la caza. Y lo peor es el posible riesgo de incendio, ante el crecimiento incontrolado de los matorrales. Desde hace casi veinte años apenas se han producido fuegos en esta zona, y antes eran muy comunes cada verano, única manera de que desapareciera la maleza.

Las consecuencias: Más riesgo de incendio

Los caballos se encargaban de mantener limpia una gran extensión de monte bajo. Ahora, sin ellos, el riesgo de incendio aumenta. También el atractivo turístico, tanto de la Rapa (que ya llevaba tiempo sin hacerse) como de la propia contemplación.