Ismael Fuentes, el enfermero que practicó su empatía tras la barra de un bar de Zas

Patricia Blanco
PATRICIA BLANCO CARBALLO / LA VOZ

ZAS

ANA GARCIA

La cantera del talento | Trabaja en el hospital de Cee, pero en su tiempo libre uno lo encuentra en la pizzería Tívoli, el negocio familiar. En un lado y el otro procura «escoitar e axudar»

24 jul 2023 . Actualizado a las 12:06 h.

«Moita xente que vai ao bar, ademais de a tomar algo, tamén vai coa necesidade de contar, de que o escoiten. E se é importante escoitar nun bar, nun hospital aínda é máis primordial. Hai persoas que pasan ingresadas moito tempo, se non lles axudas a estar ben emocionalmente, tampouco se van recuperar ben fisicamente», valora. Tanto la faceta de hostelería como la sanitaria —es enfermero— han sido muy precoces en Ismael Fuentes Rojo (28 años).

Nació en Suiza, hijo de la emigración, pero desde los 4 años su vida está ligada a Zas, donde sus padres regentan la conocida pizzería Tívoli. Desde muy niño, y al igual que su hermano Alberto, profesor en un ciclo de hostelería en Sober, aprendió de sus progenitores que «se queres gañar os teus cartos, tes que traballar e axudar». «Son valores que, co paso do tempo, agradeces moito», afirma. Ahora lo vive del otro lado, consciente de la dificultad de muchos locales para conseguir personal «que queira traballar, sabendo que un sábado ou un domingo non podes librar».

Los dos hermanos empezaron en el negocio familiar con tareas auxiliares, reponiendo botellas, mismamente: «Se non estudabas e suspendías, había que traballar», ríe. Y si aprobabas, pues igual. También era un niño cuando, con 10 u 11 años, sufrió una quemadura de segundo grado en una pierna tras subirse a la moto de un amigo. Esto lo llevó a tener que hacerse curas constantes durante mes y medio o dos meses, y ahí fue cuando empezó a ver la enfermería, que acabaría estudiando en A Coruña, con ojos de futuro.

ANA GARCIA

En su trayectoria profesional, Ismael ha trabajado un tiempo en la residencia Santiago Apóstol de A Coruña, en el Chuac y, actualmente, en el hospital Virxe da Xunqueira de Cee, donde se reconoce contento —y así trata de que lo vean los pacientes— y donde tiene contrato hasta el 30 de septiembre. Espera y desea que se alargue más. Aun habiendo pasado épocas como la del covid, está seguro de que es su vocación: «Agora mesmo estou nunha planta de hospitalización que leva cirurxía e ves un pouco de todo. Uroloxía, cirurxía dixestiva, trauma, obstetricia, pediatría... Gústame. Estar afeito ao trato coa xente, como sempre estiven no bar, axúdame a poñerme na pel dos demais», explica.

Fue tras la barra que aprendió, por tanto, la empatía y es a ella que vuelve casi siempre que tiene libre para ayudar a sus padres «e que eles tamén poidan descansar algo». Lo mismo hace su hermano, más centrado en el comedor y organización de eventos, si hay. Lo entienden como una ayuda a ellos y como respuesta a todos quienes siguen manteniendo el tirón del local: «A xente pórtase ben con nós e recoñece cando unha persoa traballa», sopesa. «Coas pizzas probei algunha vez, pero non é o meu forte», admite.

Se apaña para cambiar turnos con sus compañeros del Virxe da Xunqueira y así poder atender «ao pé do canón» en el Tívoli cuando son épocas de más trabajo, como han sido las fiestas del Carmen o como será la Carballeira: «A hostalaría gústame, acábaslle collendo cariño, pero prefiro estar no hospital, tes os teus coñecementos, dedicaches un tempo para poder chegar aí (...) No hospital hai outra forma de traballar. Fun algunha vez tamén ao centro de saúde de Zas, á xente de primeiras chocáballe. Pero estando en Cee xa pensan: ‘Ui, se está no hospital algo ten que saber máis'. Por sorte ensináronme e aprendín moito», ríe.

Un apasionado del deporte

En la vida de Ismael, que no cambia «por nada», también está el deporte. «Xoguei ata este ano», dice sobre el fútbol. Muchos años en el Zas y, el último, en el Nantón. Para él suponía «descanso, estar cos compañeiros, pasalo ben con toda a xente que nos acompañaba». El fútbol era «un escape», pero se descolgó de él por falta de tiempo. Aun así, siempre que puede, va al gimnasio o juega al pádel o al fútbol sala en A Coruña, donde adora «ir ver o Dépor».

Si quedan horas, son «para descansar e pasalo ben». Vive a caballo entre la ciudad en la que estudió y Zas, que junto con Cee son sus «sitios predilectos». Al hospital llegan pacientes que conoce del bar, «e sempre intentas botar unha man», porque está convencido de que en los pequeños núcleos la gente no vive tan enfocada en sí misma como en los grandes: «Preocúpase polos demais. Vino no covid, na Coruña ía visitar a familia, en Cee sempre había alguén que quería ver a un veciño». En el coche de Ismael no falta nunca un maletín sanitario. Ya hizo valer sus conocimientos tiempo atrás con un casi atragantamiento en el bar, o más recientemente por algún problema de tensión y algún mareo en el local. En un lado o el otro, lo suyo es «poder axudar».