En la encrucijada, creo que aquí se instala el CD Lugo. En ese momento donde estás a medio camino de alguna parte pero ni el tiempo es tu aliado, ni la situación te acompaña. Cualquier partido es una oportunidad para recuperar el déficit de puntos que presumiblemente debería contemplar la clasificación. Se citan emociones, retos, objetivos, cada siete días. Impulsados por ruedas de prensa que intentan recuperar ánimos, recobrar ilusión, reponer confianza, reestablecer esperanza. Tranquilidad, naturalidad, serenidad y calma confluyen constantemente en el discurso de Roberto Trashorras, nada que objetar en su empeño. Es el entrenador, llegó apenas hace un mes e intenta inyectar la mejor de las medicinas, el estímulo. Le acompaña el estilo, el modelo de juego, algo innegociable.
El calendario le llevó a Ponferrada, ante un rival poco lustroso pero si competitivo. En las antípodas un estilo de otro. Hizo un partido digno, pero no le llegó para ganar, para recuperar terreno en una liga que se le escapa un poquito cada jornada. No fue inferior al adversario, tampoco lo superó. Las tablas reflejan lo que fue el partido. En otras circunstancias se podría considerar un resultado más que aceptable, en las que vivimos ahora, se antoja insuficiente.
Jugó con su estilo de principio a fin, ahora queda por ver si perfeccionándolo en cada entrenamiento logra realizar la proeza que significaría reducir los once puntos que le separan del play off en las diez jornadas que restan. No dejaría de ser una hazaña, casi una gesta, pero no queda otra. La alternativa no es agradable, quedar en zona de nadie, a la espera de finalizar la temporada.
El dilema está en llegar con opciones y tener la sensación de que la temporada se hace corta y que nos faltaron algunas jornadas para el milagro o lo contrario. Empieza una nueva liga con treinta puntos en juego y solo vale ganar