Dolce Vita cumple seis meses cerrado sin proyecto de futuro

Ana Lorenzo Fernández
ANA LORENZO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El Ayuntamiento dice que no tiene competencias en este centro privado

28 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Este miércoles se cumplirán seis meses desde que el centro comercial Dolce Vita cerró sus puertas y dijo adiós a casi seis años de actividad y dos más de construcción, en los que se dilapidaron más de 162 millones de euros. A estas alturas del año, el futuro del primer gran complejo comercial gallego que se vio obligado a echar el cierre continúa siendo incierto, y desde la compañía propietaria del 50 % -el grupo Chamartín- siguen sin anunciar ningún proyecto para poder reabrir estas instalaciones ubicadas en el polígono de la Grela.

Desde el gobierno local tampoco tienen ninguna solución en cartera, puesto que, aunque son conscientes de que no se puede permitir que continúe cerrado un complejo de estas características, no tienen competencia sobre el mismo al tratarse de un inmueble de propiedad privada. Lo que está claro es que la crisis y el gran número de centros comerciales repartidos por la ciudad acabaron ahogando una iniciativa que justo entró en funcionamiento a finales del 2008, cuando la recesión económica comenzaba a dar sus primeros coletazos.

Durante los primeros años, Dolce Vita logró campear el temporal, gracias sobre todo a que contaba con algunas de las firmas más potentes del mercado y que no tenían otra sede en la ciudad -como Primark, H&M o Media Markt-. En esta época de bonanza se llegaron a superar los 4.000 empleos y se rozó una ocupación del 92 %, que poco a poco se fue deshinchando a medida que se abrían otros complejos (Espacio Coruña y Marineda City), y la crisis se agudizaba.

Hace justo un año se comenzó a hablar del posible cierre de Dolce Vita, pero los propietarios siguieron manteniéndolo abierto hasta el 30 de enero, fecha en la que se bajó la persiana. Desde entonces, el único movimiento que ha habido en el centro comercial fue dirigido a evitar la entrada de los amigos de lo ajeno, que vieron en este complejo un botín muy apetecible. Para impedir su visita, se decidieron tapiar todas las puertas y accesos a esta superficie comercial fantasma.