Los otros veranos de Santa Cristina

M. Ballesteros OLEIROS / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

El arenal oleirense sufrió una profunda transformación durante el siglo XX que lo ha convertido en un espacio que poco recuerda ya a lo que fue

18 ago 2014 . Actualizado a las 14:54 h.

Hubo un tiempo en el que por las arenas de Santa Cristina no circulaban vehículos de limpieza por las mañanas ni camiones que trasladaban arena, como pudo verse a principios del verano, y donde no hacía falta poner un tique de la ORA para aparcar. Entonces, los que corrían por la playa eran los coches particulares de algunos afortunados bañistas que accedían a un arenal dunar escasamente urbanizado, a donde otros seguían llegando por mar desde el centro de A Coruña y desde As Xubias.

Eran los años sesenta y la imagen de entonces dista mucho de la que ofrece la playa actual, de casi exclusivo uso hostelero y residencial, pero ya entonces las cosas habían empezado a cambiar en Santa Cristina, que no comenzó a ser frecuentaba de forma masiva por los coruñeses hasta mediados del siglo pasado. Recuerdan los que lo vivieron que en el arenal había entonces casetas de madera para que los bañistas pudieran cambiarse, ubicadas a altura de la ya desaparecida Casa Sara.

«As casetas desapareceron nos anos sesenta cando empezaron a encher a praia con area que traían doutros lugares, cambiaron o dique do porto da Coruña, e segundo os mariñeiros e mariscadores, isto cambiou tamén as correntes da ría», recuerdan, por ejemplo, los participantes en los talleres de memoria organizados por el Concello oleirense, que con estos testimonios editó a principios de año la obra Oleiros na memoria.

La playa y su entorno ofrecían escenas tan pintorescas como la de los areneros que llegaban en grandes barcazas desde O Temple, Fonteculler o O Burgo para trasladar arena y en la ría se pescaban angulas, pulpo y anguilas. «A ría era moi rica en marisco como berberechos e ameixa, cultivábase en parcelas nas dúas ribeiras e pagábase el Pósito para poder cultivar», se recoge en la publicación municipal. Era entonces para muchos un espacio más de trabajo que de ocio donde, además de mariscar, se trabajaban los campos, existían carpinterías de ribeira y funcionaban industrias como las desarrolladas en el actual edificio de A Fábrica, basadas en la elaboración y transformación de pescado hasta principios del siglo XX y, a partir de entonces, a la cerveza. Lo que más se resistió al cambio fue, según recuerdan los mayores, el lado del canal de entrada a la ría, que conservó su fisonomía hasta hace una treintena de años. «Soamente había campo e dunas e un merendeiro que se derribou a finais dos oitenta», recuerdan los autores de Oleiros na memoria, que tampoco olvidan que por unos céntimos de los de antes los marineros cruzaban a los bañistas de otros tiempos.