16 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La vieja fábrica de armas, la antigua Santa Bárbara, ya tiene nuevos patrones. A falta de resolver los flecos administrativos propios de un concurso público, Hércules de Armamento, una alianza de empresas de diverso origen y actividad, asumirá el reto de devolver a la factoría la actividad. El concurso ha dejado muchas heridas. Entre los aspirantes a gestionar la planta, entre los antiguos trabajadores y entre algunos responsables políticos. Pero también nos ha descubierto a una nueva generación de emprendedores -tanto los que han ganado como los que han perdido- ansiosa por hacer una ciudad mejor y con más oportunidades. Casi dos décadas de abandono y vaivenes han acabado con la que puede ser la última oportunidad de una entidad emblemática para la ciudad. El fracaso no es una opción. Los nuevos gestores tienen el desafío de convertir la planta en el motor del I+D+i autóctono. La Universidade da Coruña pondrá el talento y, todos juntos, pueden ser el referente del nuevo modelo productivo que demanda la sociedad, basado en el conocimiento. La fábrica de armas es un símbolo. Y ahora, a trabajar para que, además de su valor icónico, se convierta en un generador de riqueza. Y empleo.