La del hotel Atlántico no es la única concesión que existe en la ciudad. Bajo el mismo sistema funciona otro establecimiento mítico de la ciudad, el Finisterre, del que es titular la Autoridad Portuaria. Recientemente cambió de manos la gestión de ese edificio.
Menos vistosos son otros inmuebles y espacios promovidos con dinero público y que están en manos privadas mediante ese mismo régimen. El Ayuntamiento es titular de un buen número y entre los últimos casos relevantes que han saltado a la luz destaca el del Remanso, la cafetería de Cuatro Caminos que recuperó el consistorio para hacer allí una profunda reforma y volver a sacarla a concurso.
Concesiones son también las de la cafetería de la estación de autobuses y la del punto de venta de loterías en ese mismo lugar. Por diversos motivos, también esas han cerrado con la idea de sacarlas de nuevo a concurso.
Ese sistema de contratación es habitual en la ciudad y también se aplicará, por ejemplo, en los establecimientos hosteleros que se crearán en la nueva Marina o en los bajos que ya existen en el Parrote. El método permite la prestación de un servicio y teóricamente reporta fondos a las arcas municipales, si bien durante las últimas décadas las concesiones no han estado precisamente ordenadas y algunos locales, como el caso del Remanso, no pagaban el canon pactado.