Hay que ver

Manuel González PERIODISTA

A CORUÑA

19 abr 2015 . Actualizado a las 19:36 h.

Hay que ver la facilidad con la que nuestros políticos, estén o no en el ejercicio del gobierno, cambian de discurso. Lo que antes era negro, hoy es blanco. Y viceversa. Sin solución de continuidad. Parece que no hay grises. Vamos, que lo de la variedad cromática no va con ellos. Y menos cuando se ven las elecciones a la puerta de la esquina, como ocurre estos meses.

El penúltimo ejemplo de cambio de criterio (el último, seguro, ya se habrá producido cuando este artículo vea la luz) lo protagonizó el presidente de la Xunta. Feijoo09 llegó a la Xunta con la promesa de cambiar el emplazamiento de la apestosa industria forestal ubicada en la ría de Pontevedra. Pero Feijóo15 se mostró el otro día abiertamente partidario de la continuidad de la papelera que la entonces Empresa Nacional de Celulosas (desde 1990, Grupo Ence) instaló en 1957 en las proximidades de la ciudad de Pontevedra.

Y es que el presidente del Gobierno autónomo -sí, ese que para cumplir el objetivo de déficit para 2014 guarda en su cajón facturas por casi 500 millones de euros- es así de cambiante. Su argumento para defender la continuidad consiste en que Pontevedra es la ciudad con más paro de Galicia, casi el 29 por ciento de la población activa, es tan válido ahora como lo era en 2009.

También dijo el presidente que él seguirá «protegiendo la industria» y «dando la cara» por la comunidad. Pues faltaría más, digo yo, que no lo hiciese. Si es que le va en el sueldo que le pagamos entre todos.

Pero Feijoo no es el único político capaz de decir hoy una cosa y mañana la contraria. O de poner en práctica la antítesis de lo que prometió. Así, Rajoy llegó a la Moncloa con la promesa de bajar los impuestos, y no solo no lo hizo, sino que los subió.

Ejemplos como los expuestos los hay a montones. Y parece que no pasa nada. Ya se sabe que en campaña todo vale. Tú dame tu voto y yo haré lo que me dé la gana. Esa parece ser la máxima. Y mientras, gobierne quien gobierne, el sufrido contribuyente sigue madrugando, trabajando (el que goza de lo que hoy es un privilegio) y llegando (cuando llega) con dificultades a fin de mes. Y es que, como cantaba Julio Iglesias, la vida sigue igual. Y no es demagogia, sino lo que de verdad percibo.