Gestión participativa en el deporte

Eduardo Blanco LA PALESTRA

A CORUÑA

25 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La gestión deportiva municipal debe consistir en planificar, ordenar y dinamizar el «hecho deportivo». Diseñar un plan estratégico, reservar suelo para instalaciones o asignar la gestión de instalaciones y programas deportivos al tercer sector son acciones que permiten al ayuntamiento liderar el desarrollo del deporte en su ámbito territorial. No hay una receta genérica, debiendo configurarse un modelo según las circunstancias y necesidades de cada municipio. Pero debe existir una concepción y principios básicos que apoyen la universalización de la práctica deportiva para asegurar un deporte social y ciudadano.

El municipio, por sí mismo o con otros, debe tener una estructura técnica cualificada que garantice competencia y rigurosidad en la gestión pública del deporte, entendido fundamentalmente como herramienta que favorece la salud y educación ciudadana.

El municipio no puede concebir su política deportiva sin una complicidad y alianza con el tercer sector para promoverlo y fortalecerlo. Una sociedad civil vertebrada permitirá a los municipios descargar tareas de gestión de instalaciones y organización de actividades en clubes y federaciones, y poder dedicarse a funciones estratégicas.

El municipio debe construir un modelo de corresponsabilidad entre el sector público y privado, que requiere una elaboración rigurosa de pliegos y contratos como instrumento imprescindible en el control y seguimiento de la prestación de servicios deportivos. De lo contrario, se resentirá la calidad del servicio, y resultará nocivo para el interés general.

El tejido asociativo deberá superar carencias y debilidades para obtener la capacidad y competencia que le permita actuar con responsabilidad en el desempeño de funciones de interés general. Pero su implicación en la gestión pública del deporte favorecerá su consolidación, además de generar una financiación que no dependa exclusivamente de las subvenciones. De esta forma, se evitará un crecimiento excesivo de la burocracia municipal, al mismo tiempo que se devuelve un mayor protagonismo a las asociaciones, clubes y federaciones en la gestión de instalaciones y programas deportivos de interés municipal, que constituye una vía democrática de participación ciudadana en la gestión pública del deporte.