Ariel Mendizábal: «No soporto que me digan "qué caro"?»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA

A CORUÑA

El pastelero artesano Ariel Mendizábal, nacido en Argentina y criado en Galicia, tiene 34 años y un hijo de casi año y medio.
El pastelero artesano Ariel Mendizábal, nacido en Argentina y criado en Galicia, tiene 34 años y un hijo de casi año y medio. marcos míguez< / span>

El pastelero artesano, nacido en Argentina y criado en Galicia, es el propietario de la pastelería Doriel de Vilaboa

05 oct 2015 . Actualizado a las 13:10 h.

Nació en Avellaneda, Argentina. «Soy del Independiente, no del Racing», aclara. Ya no queda nada de su acento natal pero sí la locuacidad y el gusto por encontrar la palabra adecuada naturales del país donde vino al mundo. Charlamos en el Bocanegra de Riego de Agua. Durante una hora brota de su boca chocolate, vainilla, nata, crema pastelera, mantequilla, margarina, cupcakes, trufa, caramelo, tiramisú, cruasán, bizcocho, tocinillo de cielo? El cielo para un larpeiro. «Cuando era pequeño decía que de mayor quería ser pastelero. Somos tres generaciones, mi abuelo, mi padre, y mi tío. De niño tomaba bollería industrial, hasta que descubrí que lo podía hacer yo y, de paso, ganar dinero», recuerda Ariel Hernán Mendizábal Rey, propietario de la pastelería Doriel de Vilaboa. De madre gallega, abuelo vasco, abuela italiana y padre argentino, con 8 años se vino con la familia a Galicia.

Cata de dulces

Tiene 34 años y está casado. Su mujer trabaja con él en su dulce negocio. Son padres de un niño de un año y cinco meses. «Creo que fui un padre un poco tardío, me fui vedando a mí mismo. Ahora estoy encantado», comenta. Habla mucho. «Ya me lo dice mi mujer». Asegura que su principal virtud es su principal defecto. «Son primos hermanos. La cabezonería y la paciencia. Cuando se me mete algo entre ceja y ceja no paro. Es bueno y malo al mismo tiempo». Su afición es la familia. No hace deporte. «Lo dejo para cuando cumpla los 40». Confiesa que su asignatura pendiente es «aprender a manejar el Instagram». Come dulces todos los días. «Voy probando mientras los hago. Mi padre dice que me va a reventar el estómago, pero pienso que es obligatorio para tener en el paladar una biblioteca de sabores», relata. A las seis de la mañana entra en el obrador. «No estoy disconforme con mi vida», afirma. Le gusta pasear por un parque de Vilaboa y disfruta del mar cuando va por el castillo de San Antón.

Mantequilla y margarina

Hace pastelería de autor. «No de diseño», puntualiza. Sus productos favoritos son el chocolate, la vainilla de Tahití y el caramelo. En su lista negra figuran la harina de trigo que «es necesaria para ligar pero no aporta mucho más», y la margarina. «La detecto en cualquier postre. No se me escapa. En mi obrador no entra ni de coña», asegura. En su día ganó el campeonato de España y quedó segundo del mundo. «Los siete días anteriores a la final no dormí nada». Se formó en París y Bélgica y al lado de maestros como Torreblanca. Se le pasó por la cabeza cambiar de ubicación su negocio. «Me lo planteé, pero para hacer lo que hacen todos ya están ellos». Tiene carácter. «No soporto que me digan que algo es reseso. Y tampoco que me digan ?qué caro?. La gente tiene que pensar, me lo puedo permitir o no», asegura Ariel, al que no le gusta el concepto cupcake. Entre el obrador y la dirección de cursos pasa los días este virtuoso del chocolate, que dentro de diez años se ve «en una pastelería más bonita».