O vas a vender polo...

Manuel González PLAZA PÚBLICA

A CORUÑA

24 nov 2015 . Actualizado a las 20:18 h.

Un amigo, al que admiro porque a su lado aprendo algo todos los días, me contó minutos antes de escribir estas líneas el chiste de aquel que decía que su perro le prestaba distintos servicios relacionados con la intendencia de su hogar. Entre otras virtudes, el can le hacía la cama, le fregaba la vajilla y lo arropaba en las frías noches de invierno. Tanto es así que se lo contó a un conocido y este se empeñó en adquirir aquella especie de perro-chacha. Tras la correspondiente negociación, fijaron el precio de compra-venta del chucho en 100.000 euros. Pasados los días, el nuevo propietario descubrió que nada de nada. Que el perro era solo eso: un can. Do común. Llamó a su antiguo dueño y protestó.

-¡Engañásteme. Este can é unha merda. Quero vendelo porque non fai nada do que me dixeche!, le espetó.

-¡Ti sigue falando así do can co vas vender polo carallo!, le respondió, impasible, el primer propietario.

Viene esto a cuento porque cualquier vendedor de medio pelo sabe que hablar mal de sus productos no conduce a nada bueno. Si acaso, solo provoca la carcajada de aquel o aquellos que lo escuchan.

Hasta ahora creía que en política, como en la vida, ocurría lo mismo. Ni imagino a Rajoy hablando mal de España ni siquiera a Mas criticar a los catalanes que no apoyan su disparatado proyecto secesionista. Por muy mal que juegue el Madrid, aún no he escuchado a Rafa Benítez reconocerlo públicamente. Ni mucho menos criticar la aptitud de sus jugadores. Faltaría más. Seguro que Florentino no le perdonaría que descalificase a los cuatro vientos los activos del club más laureado de Europa.

Pero los acontecimientos me han demostrado que estaba equivocado. He sabido de un imprudente alcalde que es capaz de criticar en un acto público las más importantes infraestructuras de su ciudad (seguramente, el más valorado de sus patrimonios) en un acto en el que se pretendía vender la imagen de la misma. Como acertadamente dijo uno de los concejales que le apoyan: «Fue a vender la ciudad y la dejó vendida». Y es que no es de hombre prudente nadar contra corriente.