Tres años por delante

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

22 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Por la campana se salvó la muy poco edificante situación de llegar al primer aniversario sin el presupuesto aprobado. Y aunque sean unas cuentas a las que tal vez ni siquiera la prueba de ADN logre asignar paternidad, son las que tendrá en su mano el gobierno municipal para defender su gestión ante los ciudadanos. Poco más de 244 millones de euros -7,5 menos que el año pasado- para desbloquear una situación que en sectores de la ciudad se empieza a calificar de asfixiante. La ausencia de un presupuesto nuevo estaba impidiendo la puesta en marcha de nuevas inversiones. Más de 31 millones de euros (5.000 millones de pesetas), un combustible que ha dejado de entrar, durante los casi cinco meses consumidos del año, en las calderas que deben mover la locomotora económica de la ciudad. Está por ver si en lo que resta del año se puede recuperar el tiempo perdido. Pero es que, además, la prórroga del presupuesto del 2015 mantenía en vilo -mantiene de hecho todavía- a decenas de entidades sociales, culturales y deportivas cuyas actividades dependen de convenios financiados con recursos municipales.

Ahora se arrojan las culpas unos a otros. Un fuego cruzado, sobre todo, entre el gobierno de la Marea y los socialistas que hace un año dieron su apoyo al grupo de Ferreiro para acceder a la alcaldía. En los debates y negociaciones (si es que tal cosa hubo) de estos casi cinco meses no se ha hecho otra cosa que ahondar en las diferencias entre un gobierno en minoría y una oposición que trata de sobrevivir a sus contradicciones y reveses electorales. Y de telón de fondo una ciudad y sus ciudadanos que, a juicio de algunos observadores y según los más recientes indicadores de empleo, está perdiendo peso en una comunidad de por sí renqueante.

Es tiempo de balances y no hay sorpresas. O hay pocas. El gobierno aprecia avances casi titánicos si hay que ponderar las dificultades y la «hostilidade» con la que confiesa el alcalde que se ha encontrado. El PP ve parálisis total y sectarismo en quienes les tomaron el relevo al frente de María Pita. Hasta ahí, todo dentro del guion previsible. Menos predecible era que desde el BNG, que apoyó la investidura, diga que al gobierno le falta valentía y que no están sobre la mesa «os problemas da cidade». O que el PSOE, que también despejó el camino a Ferreiro, exprese su decepción diciendo que el único cambio ha sido el de los nombres de las calles. Tal vez sorprendan poco las críticas de sectores empresariales y nada las de ciertas entidades de marcado carácter tradicional, pero sí el distanciamiento de parte del movimiento vecinal.

Ha pasado un año. Ahora lo importante son los tres que quedan por delante.