Somos muy solidarios, pero...

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

30 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Contaba una tertuliana en Radio Voz la semana pasada que cada vez que alguien le decía «y que conste que uno de mis mejores amigos es homosexual, ¿eh?» se echaba a temblar. El aviso, generalmente, va seguido de un ataque, más o menos velado, a cualquier aspecto que tenga que ver con la vida de alguien que no es igual que el que habla. Lo mismo se aplica para el «yo no soy racista, pero», «que quede claro que estoy en contra de cualquier tipo de violencia, pero». Seguro que podrán rellenar los huecos de unos cuantos ejemplos más.

Recordaba esa frase, no habían pasado ni cinco días, cuando ayer Ismael, un educador de la oenegé Accem, contaba en la emisora lo difícil que tienen encontrar propietarios de pisos en A Coruña dispuestos a alquilarlos a refugiados e inmigrantes. ¿Recuerdan que el año pasado las imágenes que llegaban desde el Egeo provocaron un aluvión de solidaridad? Como en otras ciudades, desde el gobierno local se ofrecieron para convertirnos en ciudad acogedora de refugiados. Se sumaron espacios (como los de Padre Rubinos o la Diputación), se pidió ayuda a entidades financieras. Muchos preguntaban qué podían hacer para ayudar. Quince meses después de la indignación internacional y la vergüenza inmensa que provocó la muerte del pequeño Aylan, las organizaciones que trabajan en la ciudad en la acogida de quienes piden asilo se encuentran con más de un «no» por delante cuando intentan conseguir que un propietario alquile un piso si sabe que es para gente que llega de fuera. Como los siete sirios que pidieron asilo al desembarcar en Marín hace unos días, y que están ya en la ciudad. Dice Ismael que han llegado incluso a apalabrar alquileres y recibir un par de horas después una llamada del dueño. «Mira, es que hemos estado hablando del tema... y no me quiero meter en estos líos». ¿A qué líos se refiere? El pago del alquiler, entre otras cosas, está garantizado.

Aunque el problema no es solo de los propietarios que prefieren alquilar sus pisos a quien al parecer ofrece garantías de seriedad, limpieza y cuidado de los suelos solo por haber nacido en Cuatro Caminos, por ejemplo. Con mucha delicadeza, Ismael relata que a algunos vecinos los ruidos que provienen de un piso en el que viven inmigrantes les resultan más molestos que los que emiten los vecinos con denominación de origen Rías Altas. Un oyente enviaba ayer un mensaje en el que preguntaba a los tertulianos si, sinceramente, les gustaría tener musulmanes o rumanos en su edificio. Con su retranca habitual, Xosé Luís Barreiro aseguraba que a los que no quería era a algunos que ya tenía, primos incluidos.

Somos solidarios, pero... en el portal de casa, un poco menos que en el Egeo.