Qué concierto el de aquel año

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

02 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que llega todo este furor latino de conciertos como el de Ricky Martin me ha venido a la mente el bum de los noventa en que la salsa sonaba a cada hora en esta ciudad y cada dos pubs había uno en el que solo se ponía aquella música. Anda que no bailamos en Latino en los años de la facultad el estribillo de Lalo Rodríguez: «Devórame otra vez/ Devórame otra vez». Eran los tiempos en que nos subía la bilirrubina y la bachata no nos empalagaba. Tanto es así que si la memoria no me falla cuando Juan Luis Guerra y los 440 anunciaron que iban a actuar en el Coliseum se formó la gozadera. En aquel concierto nos metimos 15.000 personas porque todavía se permitía ese exagerado aforo. Tengo grabado el momento en que se encendieron las luces y nos descubrimos todos sudados en aquella burbuja de felicidad que nos rodeaba entonces. La salsa y el merengue eran la música ideal para el «sabrosón» que nos tocaba vivir. Por eso cuando después vino a cantar Gloria Estefan nos pareció que Coruña había entrado en la categoría estelar de los conciertos.

Es verdad que antes hubo otros que marcaron nuestra historia musical. Mi generación creció en el Pabellón de los Deportes con Aute, Sabina, Víctor y Ana, pero se desmadró con aquel mítico de Miguel Ríos, en 1983, en Riazor, que dio la bienvenida a «los hijos del rock and roll».

Los noventa fueron los años dorados de los directos, de Prince a Hombres G, pasando por Mecano (¡qué llenazo!), pero todos nos quedamos ojipláticos con aquel Concierto de los Mil Años que nos dio la oportunidad de ver en carne y hueso a los auténticos mitos: Sting, Chuck Berry, Wilson Pickett, Bob Dylan, o Jerry Lee Lewis, que según tocó Great Balls of Fire se piró del escenario. Aquel concierto fue inolvidable, con un cartel espectacular, que nos hizo encumbrar al Xacobeo. Sobre todo al ver todas las posibilidades que nos abría en esa década. Las circunstancias, sin embargo, han hecho que los mejores directos que yo he visto fuesen en el Monte do Gozo, en Santiago -Bruce Springsteen y los Rolling,-. Grandes los dos, y qué enormes aquellos teloneros de los Stones. Los Suaves movían también a miles y miles de personas a vitorear sus letras entre salto y salto: «Fuiste la niña de azul, en el colegio de monjas; calcetines y coletas, y estabas loca por Paco...». Las vueltas que da la vida, pero es imposible olvidar a aquel grupo de chicos que nada más ver a Los Suaves soltaron delante de mí: «Bueno, vámonos. ¡Que les den a los Rolling!». Y se largaron. Eso es entrega, como la de los fans de Alejandro Sanz que han aupado al artista a batir todos los récords en Coruña: el que más veces ha venido colgando el cartel de todo vendido. No sé cómo se nos dará este cambio de ritmo, pero viendo el furor latino que nos viene por delante... Aún nos queda mucho por bailar.