«Desde que me sacaron de mi casa, Servicios Sociales no me ha llamado»

Brais Capelán A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ANGEL MANSO

Uno de los matrimonios desalojados aún está pendiente de recibir un piso

09 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Desde ayer, no hay ni rastro de los policías», afirma uno de los habitantes del asentamiento de A Pasaxe, que tras cuatro días cercado por las autoridades a petición expresa del Ayuntamiento para impedir el acceso a la prensa, ha vuelto a abrir sus puertas. Ya pueden entrar personas ajenas al poblado, pese a que los camiones siguen sacando escombros del esqueleto de cemento en que se ha convertido la antigua nave de La Toja. Todo el mundo puede entrar, pero hay un matrimonio de ancianos que continúa esperando para salir.

«A mi hija le han puesto un piso y a una vecina, también», cuenta Adelaida dos Santos, una de las afectadas por el derribo del edificio. Hasta el jueves por la mañana vivía en una de las chabolas más próximas a La Toja. A diferencia de los propietarios de las infraviviendas colindantes, a ella y a su marido, Antonio, todavía no les han asignado un piso para vivir. «Desde que me sacaron de mi casa, Servicios Sociales no me ha vuelto a llamar», afirma la mujer, que convive desde entonces con sus hijos, en otra chabola del poblado. Allí continúan con su día a día, cuidando de los nietos y dando paseos entre naves industriales.

La precipitación del derribo de La Toja, acelerado tras el último incendio, impidió que el Ayuntamiento pudiese asignarle un nuevo hogar a Adelaida y a su marido. «Nos dijeron que estaban mirando. Que mientras tanto nos quedásemos en casa de algún familiar», cuenta la mujer, que reafirma que le han prometido las mismas condiciones que al resto de realojados. Sin embargo, han pasado ya cinco días y desde el Ayuntamiento no han vuelto a tratar de contactar con la anciana. Ahora, tal y como ella afirma, toca vivir «más apretados» que antes de que los trasladasen. Sin embargo, Adelaida está convencida de que pronto abrirán la puerta de un nuevo hogar.

Sin las dificultades añadidas de tener que comprobar desde la distancia -tras el veto del Ayuntamiento a los periodistas- el avance de los trabajos de La Toja, apenas queda una estancia del edificio por derribarse. Los obreros trabajaron el sábado y apenas descansaron el domingo para terminar cuanto antes con una estructura que había sido declarada como ruinosa hace 17 años y sobre la que pesaba una orden de derribo desde hacía tres años.

Los camiones continuaban ayer entrando y saliendo del poblado a través de un estrecho corredor de barro y piedras, con apenas espacio para maniobrar. Pese al ajetreo propio de los trabajos, varios de los residentes del asentamiento destacaban la ausencia de problemas durante estas jornadas.

De la nave, apenas quedan unos metros cuadrados de estructura. Los obreros aprovecharon la jornada de ayer para cargar escombros en los camiones -hasta tres llegaron a entrar a la vez en la zona vallada- para facilitar la conclusión de los trabajos. En cualquier caso, el asentamiento de A Pasaxe, que no se desmantelará a corto plazo, se despedirá de la nave de La Toja tras un cuarto de siglo de convivencia.