Picasso para ofendiditos

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Reivindicamos a Picasso por su inteligencia creadora, no por ser un modélico padre de familia

20 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A los que, por motivos cronológicos, padecimos de niños el coñazo puritano de los curas y las monjas lo último que nos faltaba por ver en esta vida era el regreso de ese mismo puritanismo desde la izquierda. Porque toda esa cultura woke, de los ofendiditos y de la cancelación de quien se desvíe del guion políticamente correcto y pijoprogre no es más que eso: un triste puritanismo de izquierdas.

Ahora le toca el turno de la lapidación a Pablo Picasso, del que se conmemoran en el 2023 los 50 años de su muerte y a quien las hordas de ofendidas y ofendidos quieren borrar de la historia del arte por sus tortuosas relaciones con las mujeres.

A mí de Picasso me interesan en esencia dos cosas: que fue el mayor artista del siglo XX y que en A Coruña se convirtió para siempre en pintor, cuando su padre le cedió los trastos y trazó sus primeras obras maestras.

Si llegaba tarde a cenar los viernes, si era machista, comunista o tenía muchas amantes me da un poco igual. Más que nada porque aún me sobran neuronas para distinguir entre autor y obra. Y porque no quiero llevarme a Picasso de vacaciones con la parentela, sino rendirme ante la forma en que cambió dos o tres veces la historia de la pintura.

Reivindicamos a Picasso por su inteligencia creadora, no por ser un modélico padre de familia. Para ejemplos de virtud, ya estaba el santoral, que seguro que pronto tendrá su versión woke.

Me da igual si Einstein fregaba los platos después de cenar, si Pardo Bazán le ponía los cuernos a su marido o si Chesterton seguía una dieta poco saludable, lo que me interesa de Picasso, de doña Emilia, de Einstein y de Chesterton es que ensancharon nuestro universo con su viaje a las entrañas de las cosas.