Quique González; «Si llenara estadios, no sé si sabría cómo gestionarlo»

IKER CORTÉS MADRID / COLPISA

A CORUÑA

Juan Perez-Fajardo

El artista acaba de lanzar el disco de versiones «Copas de yate (Vol. I)»

12 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A Quique González (Madrid, 50 años) la música le sigue apasionando. Por eso cuando la dura jornada de promoción se acaba, se pone sus auriculares y regresa a casa escuchando a la banda australiana The Paper Kites, su más reciente descubrimiento que en apenas tres semanas ya se ha convertido en su grupo favorito. Para celebrar sus 25 años de carrera, el músico madrileño reedita en vinilo toda su discografía, recorre España con una gira que recalará el 3 de febrero en la sala Capitol de Santiago y edita un nuevo álbum titulado Copas de yate, (Vol. I), donde versiona a artistas como Juan Perro, Kiko Veneno, Luis Eduardo Aute o Carlos Cano.

—¿Por qué versiones?

—Ha sido un poco accidental y con un carácter lúdico. Como hemos publicado toda la discografía en vinilo, en una caja muy bonita que ha hecho Fernanda Maquieira, lo que quería era ofrecer un extra, una especie de bonus track para la gente que hiciera el esfuerzo de adquirir esa discografía completa. Y un día, tras un concierto en A Coruña, con la exaltación del después, le propuse a los compañeros de mi banda juntarnos unos días en un estudio y grabar cuatro o cinco canciones y jugar un poco con ellas. Al final grabamos ocho. En principio solo se iba a editar en vinilo, luego nos gustó tanto que también decidimos editarlo en cedé y posteriormente en plataformas porque, claro, hay gente que ya no tienen reproductor de cedés en el coche. No lo considero un disco nuevo, pero sí es algo distinto.

—No están ni Antonio Vega ni Enrique Urquijo. ¿Le gusta jugar a la contra?

—Me gustaba la idea de no hacer un disco de versiones previsibles con canciones de Sabina, Serrat, José Ignacio Lapido, Enrique Urquijo, Antonio Vega, por supuesto, Carlos Chaouen... De gente que ha significado mucho para mí y de la que he hecho muchas versiones en directo. Me apetecía salir de ahí porque esas canciones, aparte de haberlas versionado yo, han sido grabadas por un montón de artistas. Y también me apetecía grabar temas que estuvieran algunas de ellas un poco escondidas, pero que fueran joyas para mí.

—Es un homenaje a otros artistas y a sus canciones. ¿Notó presión?

—Sí, noto la responsabilidad de no hacer una horterada y de no deconstruir la canción, que siga siendo reconocible aún llevándola a mi terreno. Pero yo creo que no hay que pensarlo demasiado, porque, si no, acabas haciendo algo que está entre Pinto y Valdemoro.

—¿Qué le han dicho los homenajeados?

—La respuesta ha sido muy bonita y emocionante. También es difícil decirle a alguien que ha versionado tu canción que te parece una puta mierda, pero creo que las hemos respetado, las estructuras y el espíritu con el que fueron hechas, y yo tampoco voy a competir con la versión original, porque en el 99 % de los casos siempre va a ser insuperable. Así que sí tenía cierta responsabilidad, pero yo soy muy poco competitivo en general en la vida, y en esto, más todavía. Lo he hecho con el respeto y la humildad que se merece, sin comerme demasiado la cabeza.

—Cuenta en las notas del disco que si alguien descubre a Fabián D. Cuesta por su versión de «Herida y cicatriz» ya se sentirá satisfecho. El mundo de la música a veces muy injusto, ¿no?

—Sin duda y cada vez soy más consciente. Hay un componente de suerte, del momento en el que se empieza a publicar discos, de cómo estaba la sociedad, de la brecha generacional que había ahí, de la moda, incluso, que juega mucho sus cartas... A lo largo de estos 25 años he visto y he conocido un montón de compañeros que considero que tienen mucho más talento que yo y que no han tenido la suerte que tengo yo de poder seguir ejerciendo mi oficio de una forma digna y con un montón de seguidores. Aunque no haya llenado estadios, me ha permitido seguir funcionando sin buscarme otro trabajo. El talento y la constancia son muy importantes, pero la suerte, en la vida en general y en este oficio en particular, tiene mucho que ver en cómo va, incluso a la larga, tu carrera.

—¿Le gustaría haber llenado estadios?

—Si dijera que no, la gente pensaría que renunciar al éxito masivo, y más en estos tiempos, es absolutamente ingenuo y estúpido, pero soy realista y pienso que mis canciones están hechas para audiencias pequeñas o que brillan más en sitios de aforo medio, teatros y salas. No me causa ninguna envidia cuando veo compañeros y amigos que llenan estadios, de hecho, no sé si lo sabría gestionar. Hay una cosa que me gusta mucho que le dijo Pete Seeger a John Mellencamp, que es uno de los artistas que más admiro. Mellencamp estaba haciendo rock de estadios, un poco en la línea de Springsteen, y Pete Seeger le dijo: «Si quieres tener una carrera larga, mantén la pequeña».

«Este oficio tiene mucho de obsesión»

 

 

Celebra bodas de oro y todavía sigue con un nudo en la garganta antes de subir a cada escenario. «Sí, sigo pasándolo mal. Siempre lo digo: quince minutos antes, preferiría estar esperando en el dentista, pero cuando estoy en el dentista, quince minutos antes digo, preferiría estar tocando [ríe]».

—A menudo, la gente que escucha música se queda anclada en una época determinada. ¿A los músicos también les pasa?

—No, es que para mí el músico que deja de escuchar música está perdido. Son vasos comunicantes: la música trae música y te lleva a la música, y el escuchar un disco que te flipa te da más ganas de hacer una canción porque inspira de verdad, como oyente y como ejecutante. Este oficio tiene mucho de obsesión a la hora de tocar, en cuanto a la repetición, a la insistencia, y también desde el otro lado, como oyente. Yo sigo escuchando música a diario porque lo necesito.

—¿Se ha atrevido con la música urbana?

—Es que no me interesa. Hay demasiada música en el mundo, ya no nueva, hay demasiados discos en la historia de la música que no he escuchado, que no me he metido a fondo en ellos y que me fliparían. A estas alturas sé lo que me gusta y lo que no. Pero bueno, de vez en cuando voy a arreglarme la barba y tengo que comerme una mierda muy gorda. En cuanto salgo de ahí, me puedo poner los auriculares y escuchar un disco que me flipa.

—En los últimos meses artistas como Miguel Bosé han asegurado que ahora hay menos libertad que hace unas décadas.

—Eso suele decirlo la gente o que tuvo una vida muy acomodada en aquel momento o que realmente no vivió entonces.