El emblema que necesita Langosteira

MONTSE CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

ARTEIXO

Profesores y alumnos de Arquitectura sugieren aprovechar la chimenea de Fenosa en Sabón como referencia del puerto exterior, entre otras alternativas al derribo

10 jul 2017 . Actualizado a las 15:07 h.

De despedir malos humos a dar la bienvenida a las tripulaciones en punta Langosteira, lo que la chimenea de la playa de Sabón podría llegar a significar. Por esos usos inexplorados profesores y alumnos de la Escuela de Arquitectura aprovecharon el anuncio de demolición de la torre de la térmica de Fenosa en Arteixo -la construcción más elevada de Galicia después de la de As Pontes- para trabajar en un caso real de reparación urbana y, sin más pretensión que la académica, pensar alternativas a un derribo que consideran la última opción, por costosa e insostenible.

A la mole de residuos que va a traer la destrucción de la doble estructura de hormigón y ladrillo de 200 metros de altura y al coste de la obra de desmantelamiento, que empezó en febrero y se prolongará hasta marzo del 2018, en Arquitectura responden con una idea «más lógica, respetuosa y sostenible que echar abajo la chimenea, aprovecharla», razona el profesor de Proyectos Cristóbal Crespo, que insiste en el desenfado general del ejercicio y acude a un comentario del periodista José María García. «Les dije a los alumnos que era un locutor deportivo que siempre hablaba de la ley de compensación, según la cual un árbitro que sabe que ha cometido un error, para tratar de enmendarlo, acaba cometiendo otro error en el sentido contrario. Con esto sucede lo mismo. La chimenea no debería haberse hecho, no vamos a defenderla, pero ya que está, que no la tiren, hay infinitas soluciones, hay allí un puerto y cualquier puerto que se precie tiene un emblema...», desliza Crespo.

Faro o monumento

El coloso de Rodas, la torre de Hércules, los castillos de San Felipe y La Palma, la estatua de la Libertad saludan a los barcos que arriban a sus ciudades. ¿Y en Arteixo? Algunas propuestas sugieren un faro -sería el único en este tramo de costa-, otras, hacer de la chimenea un monumento industrial, como los de Huddersfield y Rive-de-Gier, o transformarla en una columna corintia, un cohete o un gigante hinchable en un rapto de activismo urbano.

Mejor suerte corrió su pariente barcelonés del Besós: un edificio con tres chimeneas también de 200 metros, la estructura más elevada de Cataluña, integrada también en una central térmica, al lado del mar y construida en la década de los setenta, allí catalogada como bien de interés cultural local. Endesa no puede derribarla, así que ha decidido cederla a la comunidad, pero antes tendrá que reparar las corrosiones y fisuras por valor de nueve millones de euros que el Ayuntamiento de Sant Adrià le reclama para aceptar el regalo.

En Galicia el derribo ya está en marcha. No hay tiempo para un ataque preventivo como el que desplegó el equipo de Arquitectura en Ourense ante la tentativa de urbanizar la ribera del Barbaña mediante una operación especulativa. Al amparo del programa internacional Iacobus, veinte proyectos de Galicia, Francia y Alemania recogieron ideas para rehabilitar el entorno. «Aquello fue una manera de decirles: Aquí hay veinte propuestas y ninguna es un disparate. Hay infinitas formas de hacerlo bien. No vayáis a elegir el disparate».