«Aquí vemos muchas lágrimas»

Toni Silva BERGONDO / LA VOZ

BERGONDO

Paco Rodríguez

El tanatorio de mascotas de Bergondo cumple su primer año con dos mil servicios, perros en su mayoría

03 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cientos de perros y gatos de Galicia han dejado este mundo a través de Bergondo. Aquí se alza Galimascota, un tanatorio de animales que acaba de cumplir su primer año de vida con multitud de despedidas, lágrimas furtivas, reparto de urnas funerarias y mucho dolor. ¿Es frívolo gastar dinero para decir adiós a un animal? El debate puede ser eterno, pero este año en Galimascota ha servido como trabajo de campo para demostrar que son muchos los que tratan a sus mascotas como un miembro más de la familia hasta en el momento de decir adiós.

Algunos casos incluso han roto el corazón de Rosi Guerra, la responsable del tanatorio de mascotas, ubicado en el polígono de Bergondo. «Un vecino de Santa Cruz de unos 60 años nos trajo aquí a su perro con el que llevaba conviviendo 14 años; él no tenía ni pareja ni mujer ni hijos, nos dijo que con ese perro había viajado todas las semanas a Madrid por asuntos de trabajo,? era su colega, su compañero, y se le había muerto». Aquella incineración fue el 25 de julio del año pasado, y Rosi puso a funcionar el local pese a la festividad de la jornada. «Me impresionó mucho aquel vínculo», relata.

En este año de repaso, Galimascota ha entregado 504 urnas de animales, el 80 % perros, mientras un 15 % eran gatos y el resto mascotas varias, como los restos de un cerdo vietnamita llegado desde Santiago o un loro muy avejentado de Ferrol, «al que incluso los dueños le habían hecho la autopsia».

El servicio ha trascendido fronteras y ante el tanatorio han aparcado incluso vehículos con matrícula portuguesa. «Una chica y su hija vinieron desde Oporto con su gato», recuerda Rosi, que acaba de abrir otro tanatorio en Pereiro de Aguiar, cerca de Ourense. Esta misma semana ya se celebró allí la incineración de una tortuga y otro gato que trasladaron desde Vigo, un caso curioso por las características de su dueña. «La mujer había acogido el gato para intentar salir de una depresión. Actualmente sufre una fobia a cualquier tipo de transporte, pero esta vez se desplazó igualmente a Ourense para incinerar y despedirse de su mascota», relata Rosi, quien también ha visto numerosas anécdotas en este año de intensa actividad. «Algunos vestían a sus perros con camisetas serigrafiadas con fotos de familiares antes de entrar en el horno». Y por ese crematorio también han pasado cobayas, algún hámster y varias aves. «Hay una pareja de la zona de Betanzos que ya ha venido tres veces, primero con un gato y después con dos perritos», explica la propietaria del tanatorio. «La gente nos agradece el trato y la atención que les dispensamos, eso es gratificante aunque este trabajo no es precisamente una discoteca, aquí vemos muchas lágrimas, pero sentimos mucha satisfacción cuando nos dicen que les aliviamos en un momento de dolor».

La cifra de 504 mascotas despedidas de forma individual en este tanatorio se dispara a algo más de dos mil si se suman los animales que se han entregado para ser quemados de forma colectiva, con o sin servicio de recogida a domicilio.