El único peregrino del albergue de Betanzos llegó con gripe

Toni Silva BETANZOS / LA VOZ

BETANZOS

Claudio Gallo, peregrino italiano en el albergue de Betanzos
Claudio Gallo, peregrino italiano en el albergue de Betanzos Toni Silva

Un italiano de 68 años caminó desde Pontedeume con 39 de fiebre, pero insiste en que seguirá hasta Santiago

15 ene 2024 . Actualizado a las 10:57 h.

Tiene una evidente ventaja peregrinar hacia Santiago durante los meses de invierno: el albergue garantiza una cama segura, e incluso una habitación o todo el edificio para uno solo, porque los caminos se vacían en estas fechas. Por eso es la época elegida por Claudio Gallo, un italiano de 68 años de la zona de Milán que va ya a por su quinta compostela, cada vez con un trayecto diferente. Este pensionista que trabajó como técnico de máquinas de bar ha llegado a Santiago a través del Camino Francés, el Primitivo, el Portugués, el del Norte y este año viajó a Ferrol para iniciar el Camino Inglés.

Pero también tiene una clara desventaja elegir la primera hoja del calendario o, más bien, un riesgo añadido: los valientes han de hacer frente a temperaturas muy bajas y lluvias que complican cada paso siguiendo la flecha amarilla. Y Claudio lo acaba de comprobar. «En Pontedeume comencé a encontrarme mal, tenía muchísimo frío», relata desde el albergue de Betanzos, donde lo primero que hizo fue buscar una farmacia. «Llegué a tener 39 de fiebre, las pastillas que me dieron la han bajado y ahora estoy mucho mejor», explicaba este viernes después de pasar la primera noche en Betanzos. Aquí también descansó hasta este sábado por la mañana, cuando decidiría, en función de su estado, si caminar hasta el albergue de Bruma o ir en autobús. Lo dice mientras consulta su app del tiempo. «Dan lluvia, así va a ser complicado, pero lo decidiré a última hora», dice mientras se le escapa alguna tos.

Demasiado asfalto

Asegura haber dormido bien. «Pero esto es gripe, no me cabe duda», insiste. «Pero por cualquier medio mi objetivo es llegar a Santiago y después visitar Fisterra y Muxía antes de regresar en vuelo a casa», indica Gallo. Allí le esperan su mujer, su hija y un nieto de cinco años. La enfermedad le está impidiendo disfrutar de una experiencia que ya no le estaba resultando tan gratificante. Le encanta el Camino Francés, o la soledad del Primitivo («allí no me crucé con nadie»), pero la ruta inglesa le gusta algo menos. «He de decir que está muy bien señalizada, las flechas amarillas están muy bien indicadas, pero el problema de esta ruta es que el 70 por ciento va sobre asfalto y solo el 30 restante por caminos de tierra, eso machaca los pies», dice mientras se señala los tobillos.

Durante la charla no hay nadie más en el albergue de la Xunta, ubicado en el casco histórico de Betanzos. Otros recintos similares de la localidad han elegido estos días para cerrar por vacaciones. Porque son muy pocos los que, como Claudio, se aventuran a caminar bajo los elementos y en un contexto de epidemia estacional.