Celia Fernández, estudiante de Educación Social: «Los jóvenes no cuestionan a los "influencers" a los que siguen»

Tamara Rivas Núñez
T. Rivas A CORUÑA

CAMBRE

MARCOS MÍGUEZ

Con su proyecto enREDados quiere abrir el debate entre los adolescentes sobre el uso de Internet y las redes sociales

15 abr 2024 . Actualizado a las 10:53 h.

Fue durante sus prácticas en el Punto Municipal de Información Xuvenil (PMIX) de la Casa das Palmeiras de Cambre cuando Celia Fernández Guitián (A Coruña, 2000) se percató de que el modo en el que los jóvenes utilizaban las redes sociales o Internet no era el adecuado. Esa observación fue el germen de su Trabajo de Fin de Grado (TFG) de Educación Social, que a su vez fue el origen de EnREDados, un proyecto con el que pretende ofrecer herramientas a los adolescentes y hacerlos reflexionar sobre el uso de las tecnologías.

—¿Qué comportamientos le llamaron la atención para dar vida a este proyecto?

—Por la Casa das Palmeiras pasan chavales todos los días y era rara la jornada en la que no escuchabas frases del tipo «vi que tal influencer dijo tal cosa». Y eran afirmaciones que daban por veraces sin dudarlo. O cuando tenían algún trabajo del instituto, ChatGPT siempre estaba ahí. Vi que era un mal uso y creí necesario ofrecerles herramientas para intentar que las utilicen de manera adecuada.

—¿Cómo es la relación de los jóvenes con las redes sociales e Internet?

—Son conscientes de la importancia que tiene la privacidad o los riesgos que puede entrañar hablar con extraños, pero nadie les ha explicado cómo funcionan las redes sociales y qué hay detrás de ellas. No cuestionan a los influencers a los que siguen desde hace años y no lo hacen porque nadie les ha explicado que deberían hacerlo.

—¿Es falta de madurez?

—Lo que les falta son herramientas para discernir lo que es real y lo que no. Y eso favorece que se creen bulos, que surjan prejuicios, que las fake news no paren de crecer…

—¿Deberían estar más atentos los padres?

—En muchos casos los padres no saben qué hacer más allá del control parental o de limitarles el tiempo. Pero ¿quién controla los contenidos que les llegan en ese tiempo? Un niño de 13 años puede usar Tiktok. Y si le dejas una hora, va a ir hacia donde le mande el algoritmo. Los padres y los educadores sociales tenemos trabajo ahí. No podemos evitar lo que les aparece, pero sí podemos ayudarles a discernir si ese contenido les interesa, si es verdadero, si es útil…

—¿Es más fácil hacer correr un bulo o una noticia falsa entre ellos?

—Los adolescentes tienen el ojo entrenado y detectan con facilidad si una publicación, por ejemplo en X (antes Twitter), ha sido editada. El problema llega con los enlaces. Llegan a informaciones, muchas con estructuras propias de periódicos y medios, y las dan por buenas sin tener en cuenta la fuente.

—¿La publicidad engañosa tiene en los adolescentes un público fácil?

—Sí. Sobre todo, la publicidad que les llega a través de los influencers. En España no existe regulación al respecto. Entran en perfiles, incluso verificados, y te dicen que son embajadores de una marca. ¿Y eso qué significa? Porque desconocen si detrás hay una publicidad pagada, si les dan productos gratis, si tienen libertad para decir lo que piensan… El mensaje que llega al adolescente es que esa marca que utiliza el influencer al que sigue es la mejor. Se fían de ellos sin dudar, pero todo es un negocio. También es cierto que los hay que lo hacen bien. Que señalan si es publicidad, si es colaboración pagada… Así, como consumidor sabes lo que estás viendo. 

—La primera de las cuatro sesiones de enREDados versó sobre inteligencia artificial. ¿Es la gran desconocida?

—Las inteligencias artificiales (IA) llevan más tiempo con nosotros del que creemos. Un termostato que se enciende cuando la temperatura de una habitación baja de 18 grados, es IA. Sin embargo, cuando hablamos de ellas se piensa más en aquellas que generan textos o imágenes, que son las que normalmente no se utilizan bien. Como no hay legislación, cada uno hace lo que quiere. Los adolescentes no son tontos. Si se pueden ahorrar trabajo, se lo van a ahorrar. Si tienen que hacer un trabajo sobre la Revolución Francesa que a nadie le extrañe que lo hagan con ChatGPT o Gemini. Lo ideal es que utilizaran esa IA para sacar bibliografía, para cribar. Pero no es así.

—¿Cómo serán las jornadas?

—Son tres sesiones más —17, 24 y 30 de abril— de una hora y están enfocadas para jóvenes de entre 12 y 18 años, que deberán traer sus móviles. Habrá una presentación teórica corta sobre el tema y después realizaremos una serie de actividades o juegos para que reflexionen, hablen y se abra un debate.

—Con dinámicas participativas el mensaje cala mejor.

—No puedes estar una hora hablándoles sin parar porque desconectan. De esta forma conseguimos romper ese muro comunicacional y que el mensaje cale.