Revisar a fondo la Secundaria

| ARTURO MANEIRO |

A CORUÑA CIUDAD

07 jun 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

CON EL INSTITUTO de Enseñanza Secundaria de Someso, en A Coruña, se prendió la chispa. Ahora el conflicto se ha reproducido exactamente en Andalucía: agresión de un padre al director del centro por la sanción a un estudiante indisciplinado y agresivo. Los profesores no pueden aplicar medidas coactivas para que sus alumnos les respeten. Muchos padres no respaldan la autoridad de los profesores, al contrario, se sienten ofendidos si sus hijos son castigados o reciben malas notas. Algunos profesionales de la enseñanza en Andalucía declaraban en la televisión estos días que muchos colegas incluso lloran de impotencia al no poder controlar a sus alumnos en clase. Pero se abre ahora otra brecha en el sistema: hay muchos alumnos que van armados con navajas y agreden a sus compañeros por dinero o por el placer de imponer sus criterios. Algunas familias justifican que sus hijos lleven armas blancas para defenderse de las agresiones de los más violentos. Se forman pandillas o bandas organizadas en el entorno de los centros docentes. Es un avance en el progreso que nos está elevando al nivel de los barrios más conflictivos de los países más ricos. Los problemas en la educación aún pueden ir más lejos o abarcar otros aspectos más personales. En algunos centros de Galicia, no sé si en todos, se están impartiendo cursos de afectividad. Hay unos profesores especializados que enseñan a los chicos de 15 y 16 años a abrazar a sus compañeros y compañeras. Se hace prácticas de masajes mutuos que consideran muy relajantes. Se les proyectan escenas de relaciones homosexuales que dejan muy mal sabor de boca en la mayor parte de los alumnos, aunque quizá pueden animar a los menos definidos. Se les enseñan métodos anticonceptivos a ellos y a ellas, para que puedan mantener relaciones sexuales sin quedar embarazadas ellas. Ellas, que en manifestaciones posteriores, consideran estas explicaciones muy útiles para sus andanzas por las aulas sin peligro de embarazo. No se sabe a ciencia cierta si sus padres saben que ésta pueda ser una actividad habitual de sus hijas a los 15 o 16 años. En definitiva, no se sabe tampoco con certeza si ahora las aulas de Secundaria se están convirtiendo en unos centros de iniciación a todo tipo de prácticas para una vida social progresista. Una iniciación social en la que lo importante es que cada alumno pueda vivir su libertad sin riesgos. Sin riesgo de sanción, sin riesgo de repetir curso, sin riesgo de embarazo, sin riesgo de infecciones, sin riesgo de pasar calor, y mucho menos de estudiar. Este panorama no es inventado ni exagerado. Cualquier profesor de Enseñanza secundaria podría ofrecernos relatos más reales. Y lo peor de todo es que ellos ya están resignados, han llegado a convencerse que las cosas no pueden ser de otra manera, que ése es el sistema y nadie puede cambiarlo. Quizás hace falta una verdadera rebelión en las aulas, pero de los profesores que quieren calidad de enseñanza y de los padres que quieren una educación adecuada y equilibrada para sus hijos. Por eso, hay que revisar todo el sistema educativo en su conjunto, de verdad, sin temores, incluso hay que entrar a fondo sobre si hay que volver a promover la enseñanza secundaria diferenciada. Todo debe ser sometido a revisión de forma abierta y eficaz. Todo será muy útil, menos cerrar los ojos a la realidad.