La nueva cara de la fachada modernista de la plaza de Lugo

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

La mejora de todos los frentes recupera un patrimonio cuyos rostros están inspirados en la dama irlandesa Elizabeth Siddal

25 ago 2015 . Actualizado a las 12:18 h.

Poco a poco, fachada a fachada, la cara modernista que rodea la plaza de Lugo está recuperando su colorido original. En los últimos años, joyas arquitectónicas como la casa de los cisnes y los juncos (proyectada por Juan de Ciórraga) o la casa Arambillet han vuelto a mostrar el esplendor de un modernismo que, según narran los expertos, llegó a la ciudad a comienzos del siglo XIX. Con la reparación de la casa del número 22, actualmente en marcha, concluirá la recuperación de los edificios construidos con un estilo que trajeron a la ciudad un arquitecto cubano, Ricardo Boán y Callejas, y un coruñés, Antonio López Hernández. Este último fue el autor de la fachada de la casa Arambillet (vinculada a la familia del actor coruñés Fernando Rey), ya que el proyecto original había sido firmado en 1904 por Julio Galán «pero no debió convencer a la propietaria. Ya en obra, Antonio López reformó la fachada haciéndola más esbelta y estilizando su profusa decoración». Esto detalla Esteban Fernández Cobián en la Guía de Arquitectura. A Coruña. Tal vez como consecuencia de las mejoras, ahora uno de los pisos del edificio está en venta.

Diferentes a la Ciudad Vieja

Los arquitectos Boan y López se trajeron de Alemania, Suiza y Austria revistas, catálogos y fotografías en las que proliferaban los diseños modernistas del belga Víctor Horta y del austríaco Otto Wagner.

Dichos arquitectos trajeron el estilo modernista a una ciudad en la que se daban dos circunstancias que favorecían la implantación del mismo: en 1883 el Gobierno municipal había iniciado la ampliación oficial de la ciudad hacia la zona que aún se conoce hoy como el Ensanche; además, había una burguesía local que había hecho fortuna con el comercio de ultramar y, viendo lo que ocurría en París, Berlín o Viena querían plasmar en sus viviendas su prosperidad económica y también sus inquietudes culturales. Además, ese modernismo les servía para diferenciarse de la que consideraban vieja burguesía coruñesa que seguía en sus caserones de la Ciudad Vieja.

Rostros femeninos

Y así empezaron a proliferar fachadas modernistas con rostros femeninos que, apuntan los especialistas, están inspirados en una dama irlandesa, Elizabeth Siddal (1829-1862), mitificada después de morir intoxicada con una sobredosis de láudano (mezcla de opio y alcohol). La cara que corona la casa Arambillet o las que se pueden ver en otros edificios modernistas están inspirados en esta mujer que, según la periodista experta en arte Beatriz Vera Vinuesa, fue una adelantada a su tiempo, «alcanzó el prestigio de reconocida poetisa, escritora y pintora». Además, «destacaba por su belleza -su rostro, su figura delgada y lánguida, su pelo rojo- hasta el punto de convertirse en la sex symbol de su época». Modelo de muchos pintores, acabó casándose con el pintor Dante Gabriel Rossetti, que se obsesionó con ella durante un tiempo y prácticamente la encerró en su casa, haciéndole pasar por barbaridades, como tenerla muchas horas del día sumergida en una bañera de agua helada para pintarla. Cuando la encontró muerta, el marido enloqueció y se aisló de todo, relata Vinuesa. Ahora el recuerdo de esta mujer es la cara del renovado modernismo coruñés.