«Hay miles de niños viviendo la violencia de género en casa»

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Ellas son la mano amiga a la que agarrarse para salir. Piscólogas, trabajadoras sociales y expertas en la materia recuerdan que hay salida contra la violencia machista, pero avisan:  la sociedad debe cambiar para dejar de culpabilizar a la mujer.

22 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En lo que llevamos del 2015, la violencia machista se ha llevado por delante a más de cincuenta mujeres en España, seis de ellas en Galicia. Mientras Europa se recupera lentamente del impacto terrorista de la semana pasada en París, a tres días de la celebración del Día Internacional contra la Violencia de Género, a muchas personas la noticia de la muerte de una mujer maltratada más apenas les impacta. ¿Qué es lo que está fallando?  

Betty Rico, directora del Centro de Información a la Mujer (CIM) de A Coruña, asegura que es necesario reflexionar sobre lo que está pasando y recuerda que «la cuantificación del problema de la violencia de género no son solo los datos finales de muertes, va mucho más allá. Hay muchas formas de violencia y miles de menores, niñas y niños, están viviendo en familias víctimas de violencia de género en España y nadie lo sabe». Es un fracaso que las expertas consideran «de toda la sociedad» y el motivo principal, aseguran, es la creencia extendida que nos lleva a «responsabilizar a la propia mujer-víctima de su problema, por muchas razones: por que no tomó medidas a tiempo, porque no las tomó antes, por no haber puesto denuncia... ». Sea lo que sea lo que haga la mujer, asegura, «va a estar en el punto de mira , vuelve a ser culpable, y con esta idea no nos damos cuenta de que estamos justificando de manera involuntaria al agresor». 

La falta de empatía y de solidaridad con la violencia machista viene, a juicio de Betty Rico, provocada por la falsa creencia de que «no hay desigualdad ni discriminación, de que no hay sexismo ni machismo y de que nuestro entorno es justo e igualitario». Además, recuerda, «la concepción de la familia tradicional sigue existiendo y la mujer sigue siendo considerada la responsable última de mantener la familia unida frente a todo tipo de adversidades», a lo que hay que sumar que no todas las personas que atienden a las mujeres maltratadas «están libres de todos estos sesgos y creencias que perjudican muchísimo la eficacia de su intervención». 

 ¿por qué no se denuncia?

La baja cifra de denuncias es otro de los datos alarmantes cuando se hace balance de la violencia de género. ¿Por qué no denuncian las mujeres? Mar Soto, trabajadora social, explica que es muy difícil buscar una única razón «porque cada mujer tiene su motivación en función de sus experiencias, circunstancias y características». Hay un estudio de este año que apunta varias razones para el rechazo a la denuncia: «Hay muchos miedos, al maltratador (que va a intentar impedir que la maltratada denuncie con amenazas),  a las represalias, a todo lo que va implicar el proceso, a que no las crean, a que las juzguen, a no poder salir adelante. Además, también hay mucha vergüenza a la hora de contar a personas desconocidas cosas muy íntimas de su vida. Un ejemplo de esto es que la violencia sexual no suele aparecer en las denuncias, y la hay, por supuesto». 

A todas estas razones hay que sumar la presión familiar en contra, que, aunque ha mejorado con el tiempo, en sociedades más tradicionales y rurales tiene mucho peso. «Las mujeres te dicen que no quieren complicar las cosas. No quieren condenas, no quieren indemnizaciones, quieren que se les resuelva el problema. Y también es muy importante para ellas no perjudicarlo a el, porque no estás denunciando a un desconocido». Esta es la causa de que muchas no se decidan y de que otras retiren la denuncia o finalmente minimicen lo ocurrido. «Eso es un problema en los juzgados ?cuenta Eva Rico? porque para demostrar la culpabilidad necesitas una prueba, pero la violencia sucede en un entorno muy privado y las mujeres la intentan ocultar durante mucho tiempo, así que si no tienes un parte de lesiones o no tienes más testigos o pruebas, solo te puedes basar en la declaración. Es muy común que se acaben archivando los asuntos o que él salga absuelto». Estos son los famosos casos de denuncias falsas que no son tales, sino casos archivados por falta de pruebas. «Es muy importante explicar a las mujeres que no es que nos les crean y que el proceso no acaba ahí. Hay alternativas al tema judicial».

los niños son víctimas

Desde el pasado mes de agosto, la reforma de la ley de la Infancia considera víctimas de violencia de género a los menores que la vivan en su entorno familiar, aunque no sufran maltrato directo. Para las trabajadoras del CIM esto supone un gran avance, porque hasta ahora si ellas ponían una denuncia se garantizaban su protección, pero no la de sus hijos, que tenían que cumplir igual con las visitas para ver a su padre. «Las visitas se siguen haciendo ?aseguran? y se sobreentiende que un padre va a ser bueno con su hijo por naturaleza, pero no siempre es así. Hay que razonarlo, si hay que poner visitas con un padre maltratador hay que analizar por qué».

Para Eva Igualada, psicóloga, ofrecer a las mujeres información de las consecuencias de la violencia de género para los niños y niñas que lo están viviendo en casa es fundamental «para que ellas tomen la decisión de separarse, porque se dan cuenta de que las consecuencias no son solo para ellas». ¿Y en qué puede afectar a los pequeños? Problemas de atención y de rendimiento en el colegio, síntomas de depresión, conductas violentas y regresiones en los más pequeños...  «hay múltiples síntomas y trastornos relacionados con el maltrato que tenemos que poner sobre la mesa», sentencia. 

La violencia psicológica es otra asignatura pendiente, un fantasma difícil de detectar. «Muchas no se consideran víctimas hasta que no reciben la paliza. Si no hay violencia física lo achacan al mal carácter de la pareja, que ha bebido, que tiene problemas en el trabajo, con su familia... buscan causas externas al maltratador y no consideran que la estén viviendo. Son conductas verbales y no verbales que buscan introducir una desvalorización y un sufrimiento en las mujeres, a través de intimidación, abuso de autoridad, falta de respeto, incomunicación (aislarlas de la familia y los amigos),  convencerlas para que no trabajen, que no se formen... ». 

Todo esto causa en la mujer síntomas de ansiedad y depresión que van unidos a una autoestima muy baja que no les permite tomar decisiones. «Hay que recordarles que son capaces y animarlas a que tomen una decisión que supone rehacer totalmente su proyecto de vida».

la clave está en la educación 

A poco más de un mes para las Navidades, los anuncios de juguetes siguen reflejando el sexismo en la educación, una base, aseguran, ideal para perpetuar la violencia machista en el tiempo. «La socialización se hace a través del género ?asegura Betty Rico?, y hay ciertas características, que se siguen asociando a las niñas y otras a los niños, en pleno siglo XXI. Por ejemplo, a las niñas se les transmiten valores como la complacencia, ser más equilibrada, la necesidad de contacto afectivo y el desarrollo de capacidades de cuidado de otras personas...». Rico asegura que la parte de educación emocional es la asignatura pendiente de los niños, que de adolescentes empiezan a creer «que ?si me quiere mi pareja debe de hacer lo que yo quiero?, y entonces ese chico joven ya esta empezando a modelar a su pareja». 

Las profesionales del CIM tienen un programa de charlas en los institutos y todos los años comprueban que las adolescentes «no son capaces de detectar esos micromachismos, el control de los amigos a través del teléfono, los celos... lo consideran como un halago de una persona que está muy enamorada». Destacan que, por ejemplo, «es normal que una niña se sienta obligada a mantener relaciones sexuales para mantener el amor y que el niño se crea que ella está obligada a hacerlo». Los modelos, por desgracia, no cambian. «Ellas van a querer hacer lo que hacen sus referentes, casarse, tener una pareja... con lo que eso conlleva de ser complaciente, de dependencia emocional». 

¿Y cómo solucionamos este tema? «Hay muchos valores que se tienen que intercambiar, hay que analizar qué tipo de sociedad queremos y cómo queremos que se comporte la persona, no el niño o la niña». Y mientras, las mujeres que no rompen con la violencia de género «les están enseñando a sus hijos que hay que callar y hay que aguantarse». Por eso, quieren dejar clara una idea final: «la mujer no tiene nunca la culpa de la violencia machista pero sí es responsable de tomar la decisión para salir de esta situación y tomar las riendas de su vida». Claro que eso no es posible sin ayuda, y allí están ellas, para ayudarlas y salir. Ellas, «y todos y todas, porque este es un problema social».