El hecho de que Repsol comience ahora su mudanza no significa que la vaya a completar. El traslado de la petrolera de San Diego a Langosteira irá por fases. La actual deriva del acuerdo firmado entre la empresa y el Puerto en el 2013 y supondrá para la compañía una inversión de 124 millones de euros. Por su parte, la Autoridad Portuaria indemniza con 25 millones a la compañía por acelerar su marcha, pues esta goza de una concesión en vigor en San Diego hasta el año 2027.
Repsol ha cumplido su parte el acuerdo y elaborado un complejo proyecto durante el último año y medio que ha pasado por una veintena de organismos y entidades para su evaluación. Ese proceso acaba ahora y la empresa también afrontará, como había dicho, una inversión privada de envergadura para empezar a liberar los muelles interiores.
Quitar el crudo de allí significa dejar el actual oleoducto prácticamente con la mitad de los productos que lleva y también retirar de la ría todos los grandes petroleros, los tráficos potencialmente más peligrosos para el medio ambiente, tal y como atestigua la historia reciente de la ciudad.
Es un paso importante, pero no el último. La compañía todavía tardará tiempo en marcharse de San Diego. Quedarán allí depósitos fuera de uso -unos 26.000 metros cuadrados-, pero lógicamente no se acometerá ninguna actuación urbana mientras no se retire el resto. Es en todo caso es una buena noticia para los vecinos que el petróleo cambie de sitio, y para la ciudad que Repsol, que genera cientos de empleos, invierta para quedarse. La compañía está cumpliendo los compromisos adquiridos y facilitando con ello un paisaje urbano distinto para A Coruña.