¿Qué pasa con los «after», esos bares donde siempre es de noche?

La Voz REDACCIÓN

A CORUÑA CIUDAD

La clausura de La Tita, en Santiago, reaviva el debate sobre los establecimientos que abren hasta más allá del amanecer para recoger a los últimos noctámbulos

10 dic 2016 . Actualizado a las 08:57 h.

Una mujer saluda a los clientes que van entrando en el bar. Al pasar frente a la puerta, ya desde la calle, huele a alcohol. Dentro, el reguetón pone banda sonora al local y a una mañana de un seco diciembre coruñés en la que el reloj marca ya las 9.30 del día de la Inmaculada. Lo hace desde un televisor por el que van pasando temas de YouTube. El polémico Maluma está en la lista. No hay mucha luz. Hay que alumbrarse con el reflejo de la pantalla. La mujer de la entrada parece sacar varios años a la mayor parte de la clientela. Algunos se conocen. Hay jóvenes con brazos tatuados, noctámbulas que mantienen el tipo sobre tacones de diez centímetros, aves nocturnas a las que todavía no ha traicionado el rímel, equilibristas del alcohol que juegan sentados en una mesa a hacer rollos con billetes de diez, africanos que hacen las veces de porteros o recoge vasos, clientes que miran alrededor desde un taburete colocado en una esquina, camareras expertas...

También conocen a la mujer de la entrada. Y no cabe duda de que maneja, y se maneja, con una destreza que solo puedan dar los años de convivencia con los refugiados de la madrugada. Porque ella saluda, vigila y media en los altercados que arrastra la noche. La suma de alcohol más alcohol u otras sustancias tiene a veces esas consecuencias.

Una furgoneta de la Policía Local entra de repente en escena. No es la primera vez. Dicen fuentes conocedoras de la vida nocturna en la ciudad que tanto los agentes locales como los nacionales pasan al menos una o dos veces al mes por el local. Los vecinos están que trinan por el ruido y demás consecuencias que arrastra vivir sobre uno de esos locales donde no se hace nunca de día.

No es el único after hour que hay en la comunidad. Aunque han cambiado desde los noventa, aún sobreviven. Algunos están abiertos a esas horas amparándose en una licencia de cafetería o bar que les permite abrir temprano. La diferencia con una cafetería que ejerce como tal es que en lugar de churros ofrecen cubatas. Otros echan el cierre a su hora, como manda la normativa de la Xunta, pero luego reabren más tarde. Al borde del amanecer.

Esta semana la noche compostelana quedó huérfana de uno de esos locales donde los noctámbulos solían prolongar sus horas de baile. Bastaba con bajar la escalera que lleva hasta las entrañas del Avenida, popularmente conocido como La Tita, para hallar a los últimos supervivientes de la madrugada. Pero fueron precisamente esos escalones los que aceleraron esta semana la clausura cautelar del local por parte del concello de Santiago. La causa: la falta de seguridad a la hora de tener que llevar a cabo una evacuación. Ahora otros locales del entorno podrían sustituirle. No es el único que ha echado el pestillo en los últimos años. En A Coruña, por ejemplo, su censo se ha reducido considerablemente en los últimos años. Mientras en la década pasada calles como Magistrado Manuel Artime o Pintor Joaquín Baamonde, ambas en pleno centro de la ciudad, acogían a locales tan famosos como Soweto, Gado-Dado o la Sala, en la actualidad todos han desaparecido.

El cese voluntario en la primera calle y las protestas vecinales surgidas entre el 2012 y el 2013, en el segundo caso, acabaron con la vida de esos bares. Pero aun quedan algunos locales funcionando, aunque algunos niegan su condición de after

Intervenciones anuales

En Ourense, hay una cafetería que ejerce como tal, en pleno centro. Otros se quedaron por el camino, como el Zona Cero, en la calle doctor Fléming, y hay algunos que funcionaban fuera del casco urbano. La Policía Local interviene entre 85 y 90 veces al año por incumplir horario, pero también por otros asuntos.

En Lugo, después de que el Egipto dejara de alojar a los más noctámbulos, la gente se refugia más allá del alba en la cafetería la gasolinera de As Gándaras o, los más arriesgados, en un grupo de locales de ritmo latino ubicados en el entorno de A Fonte dos Ranchos.

Lo que dicen los que vivieron los últimos años de los noventa en la capital de la Muralla es que, de todas formas, nada es ya lo que era. Quizá por el bajón en el número de estudiantes.

La noche también puede alargarse hasta prácticamente el mediodía en Ferrol y Narón, en locales que abren o no cierran a partir de las seis de la mañana.

Una ciudad que conserva dos de estos locales desde hace años es Pontevedra. Uno de ellos ha cambiado de nombre varias veces. El otro no. No es raro que, de vez en cuando, la policía local o la nacional también acabe dejándose caer por allí. Los altercados no son extraños.

En Vigo, también hay varios locales donde prolongar la noche, pero además hay alguno en el que para entrar hay que llamar a la puerta. Dentro la madrugada nunca muere. El baile no para. Y hasta que el cuerpo aguante.

 Información elaborada con la colaboración de M.Cedrón, J. Becerra, Carla Elías, L. Penide, S. Varela y R. Novoa.