¿Tengo fiebre ...o no?

A CORUÑA CIUDAD

Oficialmente se considera fiebre tener una temperatura corporal de 37,8º en la axila. Sin embargo, hay personas que con 37º se creen morir; otras, que se colocan en los 38º a la primera de canto; y también hay quien no ha tenido fiebre jamás. Hasta aquí, todo normal. Es tan personal como que la fiebre varía con la edad, el momento del día y hasta con el período ovulatorio de la mujer.

19 feb 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

Enrique Míguez lleva toda la vida tratando a personas con fiebre en el hospital. Este médico internista siempre dice que, ante un termómetro caliente, el primero que se pone nervioso es el paciente, luego la familia y después el médico, cuando la fiebre se prolonga más de lo debido y hay que encontrar el origen. Al estilo del doctor House, el responsable de la unidad de infecciosos del Hospital A Coruña recuerda haber visto a pacientes con más de 42º de fiebre y también a otros con 32º. «De hecho, en Urgencias tenemos termómetros de baja temperatura que son para las personas que llegan con hipotermia por congelación o inmersiones en el mar», explica. Pero estos son casos muy excepcionales. Un termómetro normal registra una oscilación térmica de entre 35º y 42º. Oficialmente, se considera fiebre tener una temperatura corporal de 37.8º en el pliegue axilar. Si se toma en el recto o en la boca, a partir de 38.2º. La fiebre es una elevación de la temperatura corporal por encima de un rango normal, pero este rango es muy variable. Como norma general, las personas mayores tienen fiebres más bajas; los niños, fiebres más altas; y, a las seis de la tarde, solemos registrar la temperatura más alta; mientras que a las seis de la mañana es cuando nuestro termostato corporal marca una menor temperatura. Sí, la fiebre depende de la hora del día, de la edad, de las dolencias que padezcamos y hasta del período ovulatorio en el que se encuentre una mujer en edad fértil. Antiguamente, incluso, se utilizaba la temperatura basal como un método anticonceptivo natural.

Como un semáforo

«La fiebre es como un semáforo. Te dice que hay algo, pero no lo que hay detrás», señala el doctor Míguez. Vale, solo es un síntoma pero, si por debajo de 37,8 no se considera fiebre, ¿por qué hay personas que con 37º están absolutamente rotas y otras que con 39º lo dan todo? «No hay una explicación científica para ello. Esto responde a una susceptibilidad personal y totalmente individual. Pasa lo mismo que con la sensación de frío. A igual temperatura, hay quien siente frío y quien no».

Ser de fiebre alta o de fiebre baja no tiene que ver con la tensión corporal ni con la genética. Al menos, no está demostrado científicamente que haya tendencias familiares en ese sentido.

¿Hay tipos de fiebres? Sí. Si oscilan alrededor de un grado suelen llevar aparejadas enfermedades inflamatorias, tumorales... También hay fiebres intermitentes, con oscilaciones de más de dos grados de temperatura a lo largo del día, que son más típicas de las enfermedades infecciosas; y hay fiebres intercurrentes, que sobrevienen durante el curso de otras. Ahora ya no se deja a nadie estar así, pero antes, los médicos podían obtener un diagnóstico solo por el ritmo de la fiebre de un paciente.

En la actualidad, existe una corriente a favor de no atajar la fiebre a la primera de canto. Sin embargo, el doctor Míguez es categórico al respecto: «No tiene ningún sentido mantener a una persona con fiebre elevada. Esa es una teoría naturalista que no tienen ninguna razón de ser». Los antitérmicos se deben suministrar al paciente a partir de los 38º de temperatura. Es más, por debajo de ese nivel, son poco eficaces.

El mejor sitio para tomar la temperatura es en el pliegue axilar. No hace falta apretar mucho, ni hay que volverse loco intentando que toda la superficie de la piel recubra el medidor. Basta con cogerlo bajo el brazo y que haya un contacto íntimo y continuado. En el recto o en el ano, hay que sumar medio grado más. Y por cierto, el besito en la frente que dan los padres a los hijos puede ser un punto de partida para tomar la decisión de poner el termómetro, pero es una sensación subjetiva. «A mí me resulta más indicativo el estado general del paciente», apunta el internista.